Tipos de charlas incómodas, por qué cuestan y consejos para afrontarlas

Alejandro Schujman explica qué son las inferencias tóxicas y el «feedback sandwich».Consejos para sostenerlas.

Cinco tipos de charlas incómodas, por qué cuestan y consejos de un psicólogo para afrontarlasNos atemoriza ser rechazados o lastimar a nuestro interlocutor. Foto Shutterstock.

3 AM, ella lo despierta: «Tenemos que hablar. Llevo meses tratando de decirte esto. No sé cómo empezar. Sos muy importante para mí, pero (sepamos que el «pero» anula siempre lo que dijimos antes)…No quiero lastimarte. El último tiempo no fue lo que esperaba».

Él la escucha atento y sonríe tierno: «Decime, creo que a mí me pasa lo mismo que a vos».

Todos los escenarios posibles se derrumban, esta posibilidad no estaba dentro de lo que ella imaginó. Iba a decirle que quería separarse y resulta que los dos estaban igual, sufriendo por la mala noticia que tenían que dar. Sufrieron en silencio durante mucho tiempo, evitando el momento que finalmente les trajo el alivio.

Inferencias tóxicas

¿Cuánto tiempo invertimos -por decirlo de alguna manera- en las conversaciones internas como previa a las conversaciones incómodas que no nos animamos a sostener? Ensayamos una y otra vez en silencio, en la ducha, antes de dormirnos, mientras delineamos cada una de las palabras que vamos a decir. Imaginamos posibles respuestas de nuestros interlocutores.

Y aquí un dato importante: siempre nuestra imaginación nos va a llevar a lugares oscuros en la construcción del diálogo. No a escenarios amables, más bien todo lo contrario. Se llaman inferencias tóxicas y es lo que nuestro pensamiento va dibujando cuando un escenario incierto nos espera y atemoriza.Las charlas incómodas que se procrastinan generan malestar.  Foto Shutterstock.Las charlas incómodas que se procrastinan generan malestar. Foto Shutterstock.

Las conversaciones incómodas son aquellas en las antes que ocurran:

  • sentimos angustia, miedo y otras emociones displacenteras;
  • llevan mucho más tiempo merodeando en nuestra mente que lo que tardan en suceder en la realidad;
  • ensayamos una y otra vez evaluando distintos escenarios, todos ellos terribles;
  • nos atemoriza (y este es el origen de la incomodidad) ser rechazados o lastimar a nuestro interlocutor;
  • Se juega el ego, viejas heridas, situaciones de infancia no resueltas, y miedos muy primitivos.

Clasificación de conversaciones incómodas

Podemos intentar una clasificación tomando en cuenta las distintas circunstancias que las generan.

Aquellas en las que tenemos que dar una mala noticia

  • «Me quiero separar»
  • «No deseo trabajar más con vos»
  • «Estás despedido»

Las que se construyen a partir de una pregunta que nos asusta

  • «¿Todavía me amás?»
  • «¿Tenés un amante?»
  • «¿Por qué no me dan un ascenso?»

En las que tememos lastimar a otras personas que queremos

(Esta se combina con la primera opción.)

Cuando tenemos que pedir algo que es nuestro y nos corresponde, pero experimentamos la famosa «vergüenza ajena»

El ejemplo más común es cuando prestamos dinero a un amigo/a y evita hablar del tema y por supuesto cancelar la deuda no es una opción. Solemos experimentar un fuerte malestar que nos lleva a rumiar: «Cambió el auto con mi plata y ahora se va de vacaciones». Nos llevamos la bronca a la almohada y el deudor jamás se da por enterado .

El malestar que está de nuestro lado tendría que ser de quien está en falta.

Conversaciones que se originan en una penumbrosa vivencia de celos

Desconfiamos del otro, pero no nos animamos a enfrentar la realidad. Esto puede suceder porque los celos son infundados o porque tememos saber.

Pueden agregar (y les leo en comentarios) si se les ocurre otro grupo que no esté en esta lista.

Rumiación y procrastinación, un combo incómodo

«Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio», cantaba el «Nano» Joan Manuel Serrat y digo yo.

Se combinan en este fenómeno la rumiación con la procrastinación. Llevamos lejos, lo más lejos que podamos en la realidad la concreción de nuestra charla, y la acercamos al punto de invadirnos nuestra mente en forma cotidiana.

El axioma es: sacarla de la mente, llevarla a la realidad y lo que tenga que ser, que sea.El feedcba. Foto Shutterstock.El feedcba. Foto Shutterstock.

Las conversaciones incomodas se complejizan:

  • Por el sentimiento de culpa (alguna vez nos hicieron sentir y lo creímos que no teníamos «derecho a…» y aquí pongamos el verbo que cada uno sienta: ser felices, poner límites, decir lo que pensamos, defender lo nuestro, etc.
  • Por miedo a los escenarios terribles que imaginamos.
  • Por falta de confianza en nosotros mismos.
  • Cuando hay alguien del otro lado con quien objetiva y realmente es muy difícil hablar. (En este último caso daré herramientas en la caja final)

Dejar de postergar conversaciones incómodas produce alivio. Foto Shutterstock.Dejar de postergar conversaciones incómodas produce alivio. Foto Shutterstock.

¿Qué nos sucede cuando finalmente tenemos conversaciones incómodas?

  • sentimos alivio;
  • sentimos orgullo de nosotros mismos;
  • entendemos que podemos más de lo que creemos;
  • Si experimentamos dolor será por lo que realmente sucedió, pero ya no cargaremos mochilas pesadas que nos ocupan un espacio mental enorme.

«Feedback sandwich»

Esta es una técnica que aprendí cuando estaba en una empresa como vendedor hace muchos años, en mi adolescencia. Si tomamos la imagen de la hamburguesa, sería algo así:

  • PAN (algo lindo)
  • CARNE (lo difícil de decir y digerir)
  • PAN (nuevamente algo agradable)

Pongo como ejemplo: a Juan le molesta que Roberto (su compañero de mesa de entrada en el trabajo) llegue tarde sistemáticamente porque le sobrecarga su propia tarea.

Entonces le pide unos minutos para conversar y dice: «Lo primero que quiero decirte es que agradezco ser tu compañero de trabajo».

Luego aquello que nos incomoda: «Y además del aprecio que te tengo necesito que podamos coordinar los horarios porque tus llegadas tarde me sobrecargan en la tarea. Me haría muy bien que llegues a tiempo».

Y por último algo agradable para cerrar la charla: «Gracias por escucharme, me hace sentir bien que podamos hablar».

De esta forma se anestesia lo difícil de digerir que, vuelvo a decir, es mucho más grande en nuestra mente que lo que realmente sucede.

Herramientas para tener conversaciones incómodas

Ahora sí, tomen lápiz y papel. Para resolver lo más rápidamente posible el problema de las conversaciones difíciles que pueblan nuestra mente:

  • Identificar cuando una conversación incómoda se instala en el casillero de lo pendiente.
  • Proceder al desalojo lo más rápido que sea posible. Esto es tratar de acortar el tiempo de permanencia en nuestra mente.
  • Cotejar fantasía con realidad siempre es un alivio.
  • A veces podemos hacer un aproach con frases como «tenemos que hablar», «hay algo que quiero decirte», pueden ayudar a destrabar el escenario y que el primer paso esté dado.

Si enfrente tenemos objetivamente un interlocutor con problemas para escuchar, negación como mecanismo de defensa y el ser reacio como característica principal las cosas se complican.

Y los miedos, prejuicios y vacilaciones previas al diálogo se justifican ya no en nuestras inseguridades o traumas sin resolver, sino en la dureza de quien estará frente nuestro (una pareja que no puede/quiere/sabe oír, un jefe despótico, un amigo que esquiva el abordaje de los conflictos, etc.)

En estos casos el movimiento que debemos lograr es que la pelota salga de nuestro campo y mente.

La palabra amorosa, empática y anclada en la escucha activa hará más difícil la resistencia del otro.

Podemos verbalizar lo difícil que nos resulta la charla, pero si del otro lado hay alguien con poca empatía no servirá de mucho.

El último recurso puede ser una carta o correo electrónico en la que clara y amorosamente pongamos nuestro sentir y parecer. A partir de allí, quien quiera oír que oiga, nosotros ya habremos dicho lo que teníamos para decir.

Como el universo de los navegantes, hay mares calmos y plácidos, hay tormentas bravías y peligrosas, y el buen marino debe tener el arte de enfrentarlas. En la vida es exactamente lo mismo: tendremos la calma y la turbulencia, podemos gestionar mucho más de lo que creemos.

Brindo por conversaciones amables y plácidas en la historia de cada uno, pero también porque podamos enfrentar lo que de difícil tiene la vida, que de eso también se trata.

Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/tipos-charlas-incomodas-cuestan-consejos-psicologo-afrontarlas_0_22I2lN64es.html