Monóxido de Carbono: intoxicaciones y prevención

Por Dr. Ramiro Heredia, médico clínico y especialista en medicina interna, Hospital de Clínicas.

Anualmente, en la Argentina, se reportan aproximadamente 40 mil casos y alrededor de 200-250 muertes por monóxido de carbono (CO). Se trata de un gas muy tóxico, que puede provocar envenenamientos graves e, incluso, la muerte. No tiene olor, color, ni sabor. Tampoco es irritante para los ojos ni la nariz. Por ello, se lo denomina el «asesino invisible».

Ahora bien, todas las intoxicaciones por monóxido son prevenibles. Cualquier artefacto que utilice combustible (gas, petróleo, carbón, nafta, madera, plásticos, kerosene) puede producirlo cuando se quema de manera incompleta, en presencia de una baja concentración de oxígeno. Las fuentes más comunes de monóxido son los gases de escape de motores a combustión (autos, camiones, grupos electrógenos, motosierras), las cocinas a gas, las estufas, salamandras, mecheros, las cocinas a leña y los sistemas de calefacción, entre otros.

En la Ciudad de Buenos Aires, una parte sustancial de las intoxicaciones (80%) es por fallas en los aparatos de gas en el hogar, principalmente, el calefón y la cocina, y ocurre cuando una persona o animal respira demasiado monóxido en un lugar cerrado y sin la adecuada ventilación.

El monóxido ingresa al organismo y se une a la hemoglobina, la principal proteína transportadora de oxígeno de la sangre, con una afinidad 250 veces mayor que el oxígeno, ocupa su lugar y evita la oxigenación adecuada de los distintos tejidos.

Se sospecha una intoxicación cuando una o varias personas -generalmente, convivientes- presentan simultáneamente dolor de cabeza, mareos, debilidad, cansancio, náuseas y vómitos, somnolencia, pérdida de conciencia y/o convulsiones, palpitaciones y/o dolor de pecho, y paro respiratorio y/o muerte tras haber estado en un lugar cerrado.

Todos son síntomas inespecíficos. Muchas veces, uno encuentra directamente a la persona o al grupo sin conciencia, en el piso. Algunos pacientes pueden quedar con secuelas una vez superada la etapa aguda.

Los más vulnerables son los niños, los adultos mayores, las embarazadas, los fumadores, aquellos con enfermedades cardíacas y respiratorias, y las que viven en la altura.

Para confirmar la intoxicación o el envenenamiento se analiza la cantidad de hemoglobina unida a monóxido, o carboxihemoglobina, a partir de una muestra de sangre.

Si se sospecha de una intoxicación, lo primero que hay que hacer es ventilar el lugar (abrir puertas y ventanas), retirar a los individuos y mascotas de inmediato y llamar a emergencias. El tratamiento es con oxígeno y en el centro médico. Algunos requerirán el uso de una cámara de oxígeno hiperbárica, es decir, aquella con una presión de oxígeno muy elevada en su interior, en la que se coloca al paciente y ayuda a que el oxígeno ingrese en el cuerpo con mayor rapidez.

Para reducir las posibilidades de intoxicación se pueden mantener los ambientes bien ventilados, no usar el horno u hornallas de la cocina para calefaccionar, el calefón no debe estar en el baño o en lugares cerrados, asegurarse de que todos los electrodomésticos funcionen correctamente, hacer revisar periódicamente los sistemas de calefacción (es fundamental contar con un gasista matriculado), no dejar un auto en marcha en un garaje, ni siquiera con la puerta del estacionamiento abierta, no encender un generador o grupo electrógeno dentro de la casa o garaje (justo afuera de una ventana, una puerta o un conducto de ventilación que ingrese al hogar) y nunca usar una parrilla a carbón o leña en un lugar cerrado.

Algunos indicios que pueden levantar sospecha sobre la presencia de monóxido de carbono en el ambiente son coloración amarilla o anaranjada de la llama de la hornalla o estufa (siempre tiene que ser azul y de geometría uniforme), manchas de hollín, tiznado o decoloración de los artefactos o de los conductos se evacuación de gases.

Fuente: Télam