«Es más conveniente tener exceso de peso controlado y ser físicamente activo, que ser delgado y sedentario», afirma un gerontólogo.

Como toda etapa de la vida, la tercera edad tiene características -y por ende, necesidades- propias. Ante la duda de cómo hacer para perder peso, aparecen otras relacionadas.

¿Cuándo es realmente necesario bajar de peso? ¿Cuáles son los principales obstáculos a la hora de lograrlo? Pero también ¿qué debe incluir una dieta equilibrada? ¿Y cuáles deberían ser los principales objetivos si se quiere mejorar la calidad de vida?

Clarín trasladó esas inquietudes a Mariano Sassano, licenciado en Educación Física, Deportes y Salud, especializado en gerontología social, y profesor en la Facultad de Motricidad Humana y Deportes de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

El método antropométrico suele arrojar un eficaz diagnóstico.

El peso en las personas mayores

La primera cuestión que subraya Sassano respecto a la consulta recibida en Preguntas a Buena Vida, es la necesidad de conocer el proceso mediante el cual se envejece.

En este sentido describe al envejecimiento como un proceso sistemático, ininterrumpido y multifactorial que se pone en marcha desde el momento mismo del nacimiento, y que se manifiesta mediante una multitud de cambios que van de la mano de variables exógenas (como el medio ambiente), y endógenas (como el propio cuidado).

Una de esas variables es la composición corporal, que «se caracteriza por la cuantificación de la masa corporal, tejido graso, muscular y óseo», dice Sassano, quien es también presidente de Red Social Derechos Humanos para un Envejecimiento Activo y Saludable (RSDHEAS 23 Provincias).

Y explica que si bien esos sistemas están influenciados por el género, raza o etnia y la actividad física, «también es cierto que existe un patrón de cambios similar en todas las personas».

«Sin embargo, podríamos amortiguar los efectos naturales del envejecimiento, manteniendo conductas saludables, como por ejemplo, realizar a diario ejercicio físico, junto con una alimentación saludable», afirma.

Cómo saber si nuestro peso es el adecuado

En lugar de las ya conocidas maneras de cuantificar el peso (sobre la balanza, o también calcular el índice de masa corporal -la cantidad de kilos, dividido por la altura al cuadrado-), el especialista propone analizar la composición de ese peso.

Y grafica con ejemplos de dos personas de 60 años, que miden 1,60 y pesan 60 kilos:

-La persona A tiene una composición corporal mayoritariamente atribuida al tejido graso, bajo porcentaje de masa muscular y tejido óseo, lo que se traduce en sarcopenia y osteoporosis;

-mientras que la persona B posee una composición corporal correctamente distribuida entre masa grasa, masa muscular, y masa ósea.

Teniendo en cuenta esos ejemplos, subraya: «No sólo es importante mantener el peso en esta franja etaria, sino que sea con una distribución adecuada y saludable con el objetivo de conservar la autonomía funcional«.

¿Cómo analizar la composición corporal?

El método antropométrico es una herramienta de evaluación, que suele arrojar un eficaz diagnóstico, ya que estudia los componentes del cuerpo humano. 

«La antropometría la puede realizar tanto un nutricionista, como un profesor en educación física. Con esta técnica medimos peso, altura, longitudes, perímetros, diámetros y pliegues cutáneos», apunta.

Y añade: «Se basa en conocer nuestro somatotipo, lo cual permite no solo planificar una dieta adecuada, sino también los ejercicios funcionales para nuestra salud física y orgánica», agrega.

El peso no es lo más importante

«Considero que nos debe preocupar más la salud biológico-funcional, que los diferentes niveles de exceso de peso que podríamos aparentar, mientras no sean exacerbados. Siempre digo que es más conveniente tener exceso de peso controlado y ser físicamente activo, que ser delgado y sedentario», reflexiona Sassano.

En esa línea, el profesional ha propuesto incluso la iniciativa de realizar test de aptitud física de rutina, en el marco de los chequeos médicos generales.

«Y no estoy hablando del famoso test de esfuerzo gradual, sino, más bien, un estudio que le pueda informar al paciente respecto a su estado de aptitud física, variable tan olvidada por nuestra cultura», relata.

Los altos grados de sedentarismo e inactividad física acumulados pueden ser más perjudiciales que el exceso de peso.

Su idea se basa en la convicción de que las denominadas variables funcionales (como la fuerza, la resistencia, la flexibilidad, y la velocidad), son en realidad cualidades que se deben desarrollar en edades tempranas, llamadas «fases sensibles».

«Estas se pueden incrementar y potenciar sea cual sea la edad cronológica de las personas, y «son las que mantendrán una calidad de vida aceptable como para sostener la autonomía que impactará en nuestra autoestima de manera satisfactoria», detalla.

El experto da cuenta de esto con un ejemplo bien concreto: «múltiples evidencias científicas aseguran que los niveles metabólicos de glucosa en sangrecolesterol malo, presión arterial, falta de seguridad y equilibrio al caminar; están íntimamente influenciados no tanto al exceso de peso sino más bien, por los altos grados de sedentarismo e inactividad física acumulados en décadas vividas», aduce.

¿Es más difícil bajar de peso en la tercera edad?

Sassano admite que con el paso de los años el metabolismo sufre una desaceleración en cuanto al funcionamiento general del sistema.

«De hecho, la literatura científica señala que, naturalmente, vivenciamos tres etapas biológicas en nuestra vida: una etapa anabólica –construcción, que dura hasta aproximadamente los 25 años; una etapa metabólica de mantenimiento, hasta los 35 o 40; y una etapa catabólica de degradación, a partir de los 40″, señala.

«Esto significa que el comportamiento y la respuesta de nuestros sistemas no van a ser iguales si se comprara la adolescencia con la tercera edad. Sin embargo, apuntando específicamente al control de peso, no es una variable propia del envejecimiento, sino más bien, son los cambios de hábitos y las conductas que favorecerán a cumplir nuestras metas saludables», tranquiliza.

Asimismo, asegura que en el caso de que se desee un descenso de peso debe ser «tan controlado como el aumento voluntario de peso corporal por el personal de salud».

Ya que, como indica, «ambas posibilidades puede, alterar el metabolismo, y éste perjudicar, entre otras variables, el estado de ánimo de la personal.

Sin embargo, si los valores biológicos de estudios clínicos están dentro de los estándares saludables y permitidos, «no habría más que preocuparnos en mantener o incrementar la masa muscular, la masa ósea, y una buena aptitud física, ítems que extenderán la autonomía de la persona, independientemente de la edad», sostiene.

Principales obstáculos para bajar de peso

El profesional señala un entorno poco favorable (ya sea que se trate de la familia o el cónyuge) como una de las principales causas para no conseguir el descenso deseado, así como la falta de clasificación de alimentos que favorecen la malnutrición.

También, la deficiente incorporación de sustancias necesarias para la etapa de vida, como por ejemplo Vitamina DOmega 9, entre otros.

«Hoy en día, es de público conocimiento que dejar de comer no es necesario para bajar de peso. Por otro lado preguntaría ¿a qué costo metabólico se está bajando de peso por dejar de comer?», plantea. Con el paso de los años el metabolismo sufre una desaceleración en cuanto al funcionamiento general del sistema.

«Finalmente, la voluntad, y el asesoramiento con un nutricionista, que a su vez, lo derivará a un profesional de la actividad física como complemento al logro de este objetivo, sería en este caso, es eslabón principal para llegar a la meta deseada», aconseja.

El impacto de la fragilidad y las caídas

«La fragilidad es una de las principales causas de la pérdida de independencia funcional. En línea con ello, los acontecimientos que generan temor en este colectivo poblacional son las caídas», destaca.

Sassano resalta el impacto de las caídas:

  • Físicas: pueden ser inmediatas (por ejemplo, la fractura de muñeca al poner la mano al caer) o tardías (como permanecer en el suelo un tiempo prolongado, una posible internación, inmovilidad, lesiones en la piel, escaras, síndrome confusional, sepsis, o hasta la muerte).
  • Psicológicas: el miedo a caerse o “síndrome post caída” es una de las mayores consecuencias, a veces agravada por una familia sobreprotectora, otras veces como consecuencia del mal manejo del dolor. El miedo determina la pérdida progresiva de movilidad, pérdida de autonomía, mayor dependencia, ansiedad y depresión.
  • Socioeconómicas: aumentan los costos directos (fármacos, hospitalización, cirugía, material ortopédico, rehabilitación) y a ello se deben sumar costos indirectos (acondicionamiento del domicilio, necesidad de cuidadores, aumenta el índice de institucionalización).

El entorno puede actuar como un factor favorable a la hora de incrementar la calidad de vida.

Cómo prevenir la fragilidad y las caídas

«En un 80% son altamente prevenibles«, alienta Sassano.

«No obstante, las caídas recurrentes -definidas por la presencia de dos o más caídas en un año- constituyen un problema crónico, que predispone a sufrir incapacidad, dependencia y múltiples enfermedades», advierte.

Las implicancias no son menores ya que «se genera un círculo vicioso entre la persona que lo padece, su entorno familiar directo, y este fenómeno inesperado», según palabras del especialista.

Ahora bien, existen diversos métodos para prevenir las caídas con el objetivo de minimizar el impacto emocional que ocasionan estos episodios:

  • Diseñar intervenciones de prevención
  • Hacer foco en los factores extrínsecos: «Se podría pensar que los más importantes son los factores de riesgo intrínsecos, pero en realidad debemos intervenir en los extrínsecos para evitar caídas».
  • Finalmente, los principales esfuerzos se deben abordar desde la prevención en la comunidad y en centros asistenciales de personas mayores. Entre las principales recomendaciones se encuentran: la práctica de ejercicio físico adecuado a su edad y la alimentación adecuada.

Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/personas-mayores-conveniente-bajar-peso-prevenir-fragilidad_0_Oa9LSpHebK.html