Los peligros del “querer es poder”

Las personas que viven planteándose metas que deben cumplir “sí o sí” se exponen a un estrés permanente con efectos en la salud.

Pregunta: Mi papá tiene 52 años y supuestamente tiene éxito en su fábrica, en los deportes de riesgo, en dirigir un club y en lo que nos da a la familia. Se siente orgulloso pero no registra que ya le pusieron 4 stents y hace poco tuvo un infarto. Se está cuidando pero para volver a lo de siempre. J.K. de G., CABA.

En un mundo competitivo no es difícil de entender que muchas personas busquen el éxito como requisito para lograr su bienestar o felicidad y con frecuencia el camino que eligen es el de la autoexigencia.

Quien es exigente (tanto consigo mismo como con terceros) está convencido que basta con mucho esfuerzo y voluntad para que un objetivo sea alcanzado. Es lo que se resume en la creencia “querer es poder”.

Sin embargo, querer y poder no son sinónimos. Poder es tener la capacidad de hacer algo, pero no implica querer (ejemplo: yo puedo salir a caminar, pero no quiero) mientras que querer es el deseo de hacer algo, pero no implica tener la capacidad necesaria (ejemplo: quiero bailar rock pero no tengo la habilidad para hacerlo).

A la persona autoexigente le es casi imposible delegar funciones. Foto Archivo Clarín

A la persona autoexigente le es casi imposible delegar funciones.

La exigencia presupone que lo más importante es lograr una meta, sin valorar ni que importe mucho el costo que implique y se da por hecho que se puede alcanzar sin valorar el modo y las consecuencias que pueda acarrear. Es decir, no existe el “no” como posible respuesta, ya que esta es siempre “sí o sí”.

La persona autoexigente suele tener algunas características muy definidas:

1) Pretende objetivos que no sólo quiere para sí sino que también le exige al otro alcanzarlos ya que los considera adecuados y legítimos.

El autoexigente pretende objetivos que no sólo quiere para sí sino que también exige al otro. Foto Archivo Clarín

El autoexigente pretende objetivos que no sólo quiere para sí sino que también exige al otro.

2) Se siente el dueño de la verdad y no toma en consideración la opinión del otro.

3) Está convencido de que si la demanda se realiza con firmeza le hace un favor a quien resulte exigido.

4) Le es casi imposible delegar funciones.

5) Es frecuente la vivencia de que siempre falta algo ya que nada resulta suficiente.

La autoexigencia es una forma de relacionarse con uno mismo donde el sentimiento que prevalece es el de “nunca nada es suficiente”, lo que lleva a un estrés constante.

Norberto Abdala, médico psiquiatra

La fantasía subyacente en las personas autoexigentes es la de sentirse indispensables y que con su criterio y actitud pueden resolver todo.

Sin embargo –lo perciba o no–, la autoexigencia puede producir sufrimiento, ya que el individuo está siempre confundido en ubicar dónde está su límite y no diferencia bien entre lo accesible y lo inaccesible, convirtiendo su pretensión en obligación.

Muchas veces oculta una baja autoestima que lo induce a ser “el mejor” en lo que se propone, a demostrarse que puede con lo que emprende y cuyo objetivo último es la valoración de sí mismo.

Y, aunque pueda parecer contradictorio, coexiste con una autoimagen idealizada de lo que le gustaría ser, que va unida a la necesidad y búsqueda de un reconocimiento de terceros para que se la confirmen.

La necesidad de ser valorado y de no decepcionar a los demás lo lleva a “no saber decir que no” cuando le piden algo. Foto Archivo Clarín

La necesidad de ser valorado y de no decepcionar a los demás lo lleva a “no saber decir que no” cuando le piden algo.

La necesidad de ser valorado y de no decepcionar a los demás lo lleva a “no saber decir que no” cuando le piden algo, comprometiéndose en cosas a las que no puede llegar por falta de tiempo, fuerzas o capacidad, pero que imagina que sí lo logrará.

Todo ello compromete la salud por un estado de tensión y de estrés persistente del cual no se tiene registro y que pueden desembocar en enfermedades emocionales (ansiedad, ataques de pánico, obsesiones, depresión, angustia, agotamiento mental) o físicas (contracturas musculares, migrañas, hipertensión, trastornos coronarios, alteraciones digestivas).

La autoexigencia es una forma de relacionarse con uno mismo donde el sentimiento que prevalece es el de “nunca nada es suficiente” lo que lleva a un estrés constante y a una alienación con las auténticas necesidades.

Fuente: https://www.clarin.com/viva/autoexigente-peligros-querer-poder-_0_pDwgKuHpz.html