Consejos para fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez.

Con el aumento de la esperanza de vida, el deseo de longevidad va encadenado a otro: vivir la mayor cantidad de años posible con salud y autonomía. A raíz de eso, las personas buscan cada vez más herramientas que favorezcan un envejecimiento saludable.

Es que se sabe que la edad cronológica (la cantidad de años que efectivamente tenemos) puede ser diferente a la biológica; es decir, podemos ser más «jóvenes» genéticamente que lo que marca nuestro DNI.

¿El objetivo? «Morir joven lo más tarde posible», tal como dice la frase que se le atribuye al antropólogo británico-estadounidense y humanista Ashley Montagu.

Y en ese deseo-meta el estilo de vida juega un rol clave, ya que si bien hay cuestiones que no se pueden modificar (la edad, la genética, ciertos factores ambientales, entre otros), la incorporación de hábitos saludables puede marcar la diferencia a nivel físico y mental.

¿Qué es el envejecimiento saludable?

«El envejecimiento saludable es el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez», define la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estableció a esta como la década del envejecimiento saludable (2021-2030).

¿Qué es la capacidad funcional? Según la OMS consiste en «tener los atributos que permiten a todas las personas ser y hacer lo que para ellas es importante«.

Es cierto que, sobre todo después de los 50 años las personas experimentan modificaciones estructurales, hormonales y metabólicas, como la menopausia en las mujeres, la disminución de los niveles de testosterona en los hombres, reducción muscular, ralentización enzimática, entre otras.

Pero esos cambios inevitables propios del paso del tiempo, según los especialistas, podrían ser «amortiguados» con hábitos que forman parte de un estilo de vida saludable.No se trata de hacer lo mismo que a los 20, pero sí realizar actividad. Foto Shutterstock.

No se trata de hacer lo mismo que a los 20, pero sí realizar actividad. Foto Shutterstock.

Nunca es tarde

La comunidad científico-médica coincide en que nunca es tarde para incorporar esos hábitos y «mejorar la calidad y expectativa de vida autopercibida«, afirma Mariano Sassano, licenciado en Educación Física, Deportes y Salud, especializado en Gerontología Social por la Universidad Europea del Atlántico (España).

En ese sentido, el también presidente de la Red Social Derechos Humanos para un Envejecimiento Activo y Saludable (RSDHEAS 23 Provincias), subraya que «las células se adaptan (a los cambios) incluso más allá de los 90 años«.

No obstante, Sassano -profesor en la Facultad de Motricidad Humana y Deportes de la Universidad Abierta Interamericana (UAI)- resalta que cuanto antes se empiece, mejor y más fácil será generar el hábito.

Adultos mayores en movimiento

El profesional pone énfasis en uno de los principales mitos y estereotipos del «edadismo» que persisten asociados en el imaginario social a los adultos mayores y que generan daño: que el ejercicio físico no es para ellos. 

«El cuerpo humano está diseñado para que todos los días vayamos al baño, comamos, tomemos agua, descansemos, todas conductas básicas de supervivencia», dice.

Y plantea: «Entonces, ¿por qué algunos grupos de personas aún continúan excluyendo la práctica diaria de actividad física como dosis necesaria para esa supervivencia? Estamos diseñados para movernos todos los días«.

«¿Es responsable la edad cronológica de los ¿achaques y dolencias‘ asociados a la edad? ¿O más bien pueden atribuirse al alto grado de sedentarismo e inactividad físico-funcional acumulados en los últimos años de vida?», reflexiona el profesional.

Sassano aconseja considerar la actividad física como un medio ( y no como un fin) para aumentar la calidad de vida a cualquier edad. Y comparte cuatro consejos para incorporarla después de los 50 años.La actividad física aporta beneficios a la salud física y mental a toda edad. Foto Shutterstock.

La actividad física aporta beneficios a la salud física y mental a toda edad. Foto Shutterstock.

1- Hacé actividad física todos los días

La práctica de actividad física y deportiva no solamente es buena por los beneficios físicos, sino también psíquicos.

No estamos hablando de deporte de alto rendimiento, ni realizarlo con la misma intensidad que cuando tenías 20 años. Estamos hablando de comenzar de a poco y con actividades adecuadas.

En este sentido, algunas alternativas pueden ser caminar, hacer yoga, bailar, nadar, o bien, complemento de peso.

Existen incluso estudios que compararon personas que realizaron actividad física durante toda su vida con los que arrancaron asiduamente a partir de los 50 años, y los resultados mostraron que no hubo diferencias significativas entre los grupos, a pesar su historial de entrenamiento.

Ambos grupos tenían la misma capacidad de adaptación y desarrollar músculo funcional y adecuadas respuestas cognitivas en respuesta al deporte.

2- Sé constante y creativo

Considerá a la actividad física y deporte como un placer. Mantenerse en forma es algo de largo plazo. Hay que pensarlo como un «pasaporte a la autonomía prolongada».

Si un día o dos no realizás tus prácticas corporales, no pasará nada. Lo importante es que no vuelvas a caer en el sedentarismo y apuntar a lograr cambios de conductas saludables.

Cualquier esfuerzo, por mínimo que creas que es, será un paso más para incorporar una costumbre.

Podés comenzar con algo pequeño y terminar creciendo hasta niveles que quizás no estaban en tus planes.

Para eso es fundamental ser creativo, y encontrar la actividad que te entusiasme y sea adecuada a tu contextura, peso, alimentación, entre otros factores.

Por último, recordá la importancia de consultar a tu médico de cabecera antes de iniciarte en la actividad física o deportiva si hace tiempo que estás inactivo.Encontrar la actividad que a uno le guste, clave para no abandonarla. Foto Shutterstock.

Encontrar la actividad que a uno le guste, clave para no abandonarla. Foto Shutterstock.

3- Tomá el descanso como algo fundamental

Es crucial para el buen funcionamiento cognitivo. Todo está relacionado: tanto el reposo físico como el descanso mental son elementos infaltables para sentirse bien.

Diversos estudios afirman que, cuando la calidad y la cantidad de sueño no son las adecuadas, deriva en problemas en el sistema inmunitario, riesgo de lesión física, mayor tendencia a subir de peso, aumento del riesgo cardiovascular, entre otros efectos adversos.

Se recomienda realizar entre 7 y 9 horas de sueño diarias. Es clave tener un buen colchón. Tratá de no ver la televisión ni pantallas antes de dormir y procurá que la habitación esté totalmente oscura.La alimentación es otro de los pilares de un estilo de vida saludable. Foto Shutterstock.

La alimentación es otro de los pilares de un estilo de vida saludable. Foto Shutterstock.

4- Cambiá tu alimentación

Es importante tener en cuenta que el ejercicio no puede compensar los perjuicios de una mala alimentación.

Después de cierta edad el metabolismo cambia, y el sistema digestivo y la absorción de ciertas sustancias, también.

Por eso, hay que aprender a reemplazar comidas y ser conscientes de que la calidad y cantidad de alimento debe ser diferente a la que ingeríamos a los 20 años. En este caso, para diseñar una dieta adecuada, también es aconsejable consultar a un profesional de la nutrición.

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Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/envejecimiento-saludable-4-habitos-incorporar-50-llegar-bien-80_0_amYkgkmLCW.html