“Con ejercicio y comida sana se llega bien a la vejez”

- A los 74 años aún tiene un estado físico y mental que le permite llevar una vida plena.
- Cómo hizo -y hace- para mantenerse en forma.
Nacido en 1950, Mario Rico tuvo una próspera carrera de jugador de básquet, al punto que llegó a integrar la Selección Argentina.
Alejado del profesionalismo, continuó en las canchas como entrenador, mientras practicaba otros deportes y trabajaba de profesor de Educación Física.
Así, llegó a sus actuales 74 años en muy buen estado físico y mental, que aún le permite realizar varias actividades. En diálogo con Clarín, reveló los secretos para alcanzar el bienestar.
Una infancia sana, la base del éxito
Al preguntarle a qué atribuye su exitosa carrera profesional y su buen pasar físico, Mario Rico no duda en responder: «Fue gracias a mi infancia, en todo sentido, sana».
Oriundo de Junín, recuerda que en su época, inclusive en las grandes ciudades, había amplias extensiones de pasto verde, en las que se podía jugar libremente. Esto, y la ausencia de otras distracciones como las actuales, hizo que estuviera todo el tiempo en movimiento.A sus 15 años, Mario Rico ya jugaba en la primera división de básquet de San Martín de Junín.
«No tenía Internet ni celular. Volvía de la escuela, salía a la calle y me encontraba con mis amigos del barrio. Hacíamos barriletes, jugábamos a la bolita y al fútbol con la pelota de trapo, que armábamos con medias y le dábamos a las viejas para que la cosan. Así hasta que nuestras madres nos pegaban el grito a la noche: era hora de bañarse, comer y acostarse», contó entre risas a Clarín.
Suscribite a Buena Vida
Cada quince días, Florencia Cunzolo te cuenta lo último para cuidar tu salud y sentirte bien. Registrate acá.
Por la constante actividad, Mario dice que desarrolló muy temprano su capacidad motriz, lo que fue clave para su posterior desempeño deportivo.
«Hoy los chicos de las grandes urbes no tienen la posibilidad de estar motrizmente como los del interior, por eso muchos deportistas profesionales son de pueblos o ciudades medianas», agrega, marcando la diferencia entre aquellos años y los actuales.
Asimismo, destaca que fue clave la alimentación que tuvo de niño, basada en comida sin aditivos, que le aportó los nutrientes necesarios para practicar actividad física sin problemas.
«En casa había una huerta y algunas gallinas. No comíamos grandes cosas: puchero que hacia la vieja, ensaladas, churrascos, y fideos el fin de semana, pero todo casero y natural. Esa es la diferencia con la actualidad, en donde se consume mucho hamburguesas, pizzas y productos envasados».
Por último, agrega que también se mantuvo alejado de los vicios: «Jamás fumé ni me emborraché, me dediqué plenamente al deporte».Mario Rico, con la camiseta de Platense, defendiendo un ataque.
El deporte como motor de vida: del fútbol al básquet profesional
Mario recuerda que en la escuela practicaba varios deportes, pero que el que le apasionaba, como a la mayoría de los chicos, era el fútbol.
A pesar de ello, no jugaba al básquet, ya que no había clases de esa disciplina para los niños de su edad, sino que había que esperar a que los mayores les hicieran un lugar en los partidos de primera. Como a sus 13 años él ya medía casi 1,90, esa oportunidad le llegó rápido.
Así, comenzó a jugar en el club San Martin de Junín, donde debutó en la máxima categoría a los 15 años. En esta misma edad, fue parte de la Selección Mayor de Junín en el torneo provincial, convirtiéndose en uno de los jugadores más jóvenes en participar.
Todo ello lo empujó a dedicarse definitivamente al básquet. «Empecé a salir en los diarios, y esa famita me gustaba», rememoró jocosamente.
En 1968, León Najnudel, el futuro creador de la Liga Nacional de Básquet, se hizo cargo de la Selección de Junín, a la par que dirigía el club porteño de Atlanta. Al entrenador le gustaba como jugaba Mario, entonces, cuando su equipo competía en el interior del país, lo sumaba. Fue por estos viajes que el joven quedó libre del colegio y repitió cuarto grado.
Cuando en 1970 se mudó a Lincoln para estudiar Educación Física y profesorado de Básquet, Mario continuó su carrera como basquetbolista en El Linqueño. Además, siguió participando de los torneos provinciales, donde entabló relación con «Beto» Cabrera, uno de los mejores jugadores argentinos de la historia.Mario Rico (derecha) con «Beto» Cabrera, uno de los mejores jugadores argentinos de básquet de la historia.
Mientras se desempeñaba en El Linqueño, fue convocado a la Selección Argentina de básquet, que por entonces dirigía Jorge Canavesi, el técnico campeón del mundo en 1950.
Tras jugar unos amistosos en el país, Mario tuvo la mala suerte de lesionarse, por lo que no pudo completar con el equipo la gira, que incluía partidos en Brasil y en México. «No logré cumplir el sueño de jugar oficialmente con la Selección, pero: ¿Quién me quita lo bailado?», recordó a Clarín.
Para 1974, el juninense fichó en el Club Atlético Ameghino, pero dos años después regresó a su ciudad para jugar en el equipo 9 de Julio, donde también fue técnico de las categorías inferiores.
Allí se desempeño hasta 1977, compartiendo cancha con figuras como «Tatote» Pagella. Ese año, daría otro salto en su carrera: Alberto Finger, quien sería entrenador de la Selección pero que por entonces dirigía Platense, lo convenció para jugar en «El Calamar».
Pero pronto tuvo que volver a Florentino Ameghino por razones laborales, y se incorporó a Jorge Newbery. Allí estuvo hasta el 84, cuando se mudó, nuevamente por trabajo, a la localidad que hasta hoy lo cobija: La Plata.
En la ciudad de las diagonales, el club más importante en el que jugó fue Atenas, donde además fue director técnico. Finalmente, en 1994, y jugando para el Club Reconquista, sufrió una lesión que lo marginó del profesionalismo para siempre.
La vida fuera de las canchas: amateurismo, clínicas y viajes
Por muchos años más, Mario Rico siguió jugando al básquet, aunque de manera amateur. Mientras tanto, se enfocó en impartir su conocimiento acerca de este deporte.
Continuó enseñando en clubes y, de a poco, fue sumando colegios. Asimismo, en algunas temporadas de verano, trabajó como guardavidas.Retirado del básquet profesional, Mario Rico se dedicó a enseñar el deporte a chicos.
Gracias a su sabiduría y capacidad de transmisión, sobre todo en los niveles iniciales, pronto fue requerido por instituciones de diversas localidades, adonde comenzó a viajar para dar clínicas de básquet.
Ya en los últimos años del siglo XX, y hasta algunos atrás, Mario se desempeñó en la Secretaría de Deportes de Buenos Aires. Allí ingresó para ser parte de un proyecto que impulsaba la práctica de básquet para los chicos en silla de ruedas.
Tiempo después, se convirtió en uno de los coordinadores de básquet de los Torneos Bonaerenses. Eran los años dorados de estos juegos, en los que los ganadores viajaban a Europa o a Estados Unidos.
Ejerciendo su rol, viajó con los chicos y gestionó distintos beneficios para ellos. Recuerda que para una delegación logró conseguir entradas para ver partidos de la NBA.
Actualmente, aunque no lo aparenta, Mario tiene 74 años, está jubilado y pasa la mayor parte del tiempo con sus hijas, nietos y amigos.Mario Rico, junto a sus hijas y nietos.
En cuanto a actividad física, hoy solo realiza caminatas, ya que las superficies duras de antes le pasaron factura a sus rodillas. Sin embargo, hasta hace poco, andaba en bicicleta y salía a correr. Eso sí, no puede soltar su pasión: sigue con clases de básquet en clubes.
Desde su experiencia, aconseja que “simplemente con comer sano, no tener excesos y hacer actividad física, se puede llegar bien a la vejez”
No obstante, sostiene que esto se debe inculcar en las personas desde que son chicas. «Tiene que haber profesores que expliquen que se puede hacer deporte, comer bien y estudiar, sin renunciar a otros entretenimientos como las salidas nocturnas».
Antes de cerrar la conversación con Clarín, vuelve a hacer énfasis en el deporte: «Es importantísimo, no solo para tratar de llegar al profesionalismo, sino para tener una buena calidad física y para hacer amistades que luego, en la adultez, te ayudan tener una mente sana».