Argentinos que se convirtieron en chefs nómades
De la crisis a la oportunidad: la pareja argentina que creó un negocio viajando por el mundo
Vanesa Portas y Nicolás San Martín dejaron sus empleos en Administración de Empresas para dedicarse a la gastronomía.
PARA LA NACIONGabriela Origlia

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Vanesa Portas y Nicolás San Martín se convirtieron en cocineros después de haber estudiado y trabajado en su profesión, la de Administración de Empresas. Lo hicieron porque querían conocer otras culturas, hacer intercambios de experiencias. Hoy son “chefs nómades”, que van recorriendo diferentes lugares mientras trabajan ofreciendo servicios personalizados, a la vez que mantienen la idea de reabrir su restaurante Nómada, con el que empezó toda esta historia.
Ambos se conocieron y se enamoraron trabajando en la Ciudad de Buenos Aires -ella es porteña, él santafesino-, siempre les gustó cocinar, pero recién en 2019, después de un viaje de varios meses por España, Francia, Italia, Inglaterra, Irlanda y Holanda, comenzaron a estudiar para chefs.

“Allá trabajamos en cocinas pero no como cocineros, sino como bacheros o ayudantes. También nos relacionamos con gente que producía. Al regresar nos formamos. Comenzamos en 2019 y nos recibimos en la pandemia”, cuenta San Martín.
En 2022, ya terminada la carrera, con unos ahorros que rondaban los US$15.000, abrieron su restaurante Nómada de cocina latinoamericana de montaña en Traslasierra. Lo reabrirán cuando vuelvan en el verano argentino, aunque será en una nueva locación. Funcionó hasta el año pasado en Mina Clavero, con vistas a las Altas Cumbres y al río Los Sauces.

“Nos brindó una oportunidad única para conocer la naturaleza y su gente. Estar en contacto con productores y emprendedores del valle nos permitió transformar sus productos en platos maravillosos”, enfatiza Portas. A lo gastronómico le sumaron el arte, ya que en el lugar pasaron shows de artistas como Doña Jovita, José Luis Aguirre y Juan Falú, Marita Londra y Antonio Birabent, además de muestras de pinturas de Dolores Mendieta y Néstor Verón.
Coinciden en que el emprendimiento les permitió unir su formación de administración con su pasión y formación en la cocina y su anhelo de poder viajar. “Trabajamos seis meses en el lugar y otros seis viajamos. Para instalarnos sondeamos mucho el interior del país, queríamos un lugar que nos permitiera estar cerca de los productores, hacer una cocina regional”, señalan.
A través del local fueron haciendo contactos, “se abrieron puertas” para intercambios. Comentan que en Traslasierra hay “muchos extranjeros que a veces se los deja pasar como si nada, pero valoran mucho el lugar, lo que se hace”.
Con el restaurante abierto viajaron con su Kangoo “camperizada” por Sudamérica. Recorrieron Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil y Colombia; también cruzaron los Andes con siete días de senderismo, alcanzando dos cumbres de 4500 metros.
Describen que es “muy significativo” lo que aprenden sobre “gastronomía y nutrición de manera holística”. “Vinculamos la cultura, la historia y la naturaleza para crear nuestras recetas, es lo que logramos al compartir experiencias en cocinas del mundo”.

Para poder encarar sus viajes reinvierten las ganancias del restaurante y, además, cocinan de manera privada, hacen consultorías para otros locales (adaptaciones de recetas, análisis de estructura de costos). “También hay intercambio, una suerte de trueque, que nos permite ajustar nuestros propios costos”, indican.
Hasta dentro de unas semanas seguirán en Washington D.C., Estados Unidos, donde cubrirán algo más de un semestre. Eligieron ese destino por “la riqueza productiva de la región, por las granjas, todas agroecológicas”. Apuntan, por ejemplo, cómo los amish están organizados “para venderle al turismo un paquete completo”. “Entendieron todo, producen, elaboran. Llevan de la huerta a las manos de los consumidores. Ese es nuestro objetivo, poder trabajar así”.
“Pensábamos hacer cocina latinoamericana -indica San Martín-, pero no. Hay mucho interés en lo argentino, en lo nuestro, y es un orgullo”. El periplo seguirá en Canadá, adonde los invitó una pareja que conocieron en Potosí. “Vamos a ver qué descubrimos, que sumamos”, subrayan.
Por Gabriela Origlia
Fuente: La Nación