Sobre los mecanismos resilentes desplegados por la población para afrontar la pandemia, opinó para Télam la Lic. Adriana Bersi, psicóloga, especialista en clínica de familias, parejas y adultos, diplomada en estudios de género y especialista en metodología de la Investigación Científica. Ex directora Editorial Revista Diagnosis y ex Supervisora de Clínica Sistémica Fundación Prosam. 

Por Lic. Adriana Bersi

Suelen encontrarse muchos trabajos sobre el impacto perjudicial en la salud mental de la población por las medidas implementadas al declarar la Organización Mundial de la Salud el estado de pandemia en marzo del 2020 y pocos referidos a los mecanismos desarrollados para afrontar la adversidad. Ésta no es la primera pandemia que sufre la humanidad, pero sí la que llegó a todos los rincones del mundo debido a la gran movilidad de la población. Al inicio miedo, desamparo, incertidumbre ante lo desconocido. Nos hicimos más conscientes de nuestra vulnerabilidad. Nos preguntamos sobre el sentido de la vida y de la muerte. Pero la vida nos pone a prueba constantemente, es parte de la condición humana ¿Cómo pensamos la pandemia? ¿Cómo un hecho traumático que nos abruma? Puede ser que a un sector menor de la población lo afecte de este modo, aún más, cuando existen problemas de salud mental previos, pero es importante no patologizar las emociones surgidas ante este hecho inesperado. La pandemia nos ha obligado a realizar duelos por los fallecidos pero también por el cambio de nuestra vida cotidiana. Duelamos un estilo de vida deseado.

Los recursos económicos con que cuentan las familias, edad, género, acceso al trabajo, si hay hijos y adultos mayores a cargo y su grado de autonomía, la existencia o no de una red de sostén y la posibilidad de realizar actividades de ocio, son condicionantes objetivos que insidien en el modo en que la población transita la pandemia y es aquí donde aparece la importancia de la intervención del Estado auxiliando a los sectores más vulnerados. Pero además, inciden factores subjetivos ¿Cómo significamos la pandemia? ¿Qué narramos? Existen relatos que expresan confianza o desconfianza, esperanzados o desesperanzados. Cuando contamos historias construimos el significado en el cual nuestras experiencias adquieren sentido. Transitar con confianza y esperanza, sin negar la realidad, fortalece.

En circunstancias adversas se ponen en juego capacidades para afrontar el sufrimiento y mecanismos de reparación psíquica. La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas desarrollando un aprendizaje que enriquece, lo que no implica negar el dolor y las dificultades. Esto no sucede en soledad, sucede en nuestros vínculos, porque aunque estemos solos siempre estamos en diálogo con otros o con nosotros mismos. Somos un nudo en una red en constante interacción con los que nos rodean.

La pandemia nos ha dado la oportunidad de detenernos a reflexionar. Nos interpela sobre el tiempo que tenemos y como utilizarlo. También ha visibilizado la importancia del lazo social. Ese que intentamos mantener y desarrollar de manera creativa y novedosa. Quienes lograron reemplazar la presencialidad con otra cosa- zoom, llamadas telefónicas, etc.- lograron atravesar el distanciamiento social con más tolerancia a la frustración que los que no pudieron hacerlo.

Fuente: Télam