Nació en 1933 y es un hito del aire que sigue por Radio Rivadavia.Hablan los protagonistas de la era romántica y la de hoy. ¿Cómo resistió nueve décadas?

Los 90 años de La oral deportiva: delicias y desgracias del milagro radial que todavía respiraDream team. García Blanco, Macaya Márquez, Muñoz, Zavatarelli y otros en la mesa ilustre de «La oral deportiva» (Archivo Clarín).

Un programa de radio que nació en la redacción de un diario y llegó a tener más empleados que un canal de televisión.

Un hito anterior al Obelisco, a la Bombonera y al Monumental que se volvió superclásico y vio nacer y morir a Pelé y a Maradona.

El monstruo informativo llamado La oral deportiva, que se contactaba con la Base Marambio cuando las comunicaciones con el continente Antártico eran equivalentes a conectar con Marte, es un milagro del aire. Sobrevive a sus 90 años por Radio Rivadavia y uno se pregunta por qué la omisión en el Guinness de un producto contemporáneo del tablero de Alumni que terminó atravesado por una red inalámbrica.

Ya no quedan testigos de aquel nacimiento de 1933 en una oficina del Diario Crítica que había fundado Natalio Botana. La leyenda marca un 7 de noviembre (mucho antes de que esa fecha fuera destinada al Día del Canillita y del Periodista deportivo). Una idea de los hermanos Edmundo y Alberto Campagnale tomó forma en una mesa junto a Hugo Marini (jefe de deportes), Oscar Traba y Lefort Peña.

Imagine esas viejas redacciones con hombres chimenea de saco y corbata sentados después de cerrar una de las dos ediciones cuya tirada superaba los 500 mil ejemplares. Épocas en que ya se había lanzado el noticiero cinematográfico que convertía a Crítica en el primer grupo multimedios del país. Si hasta Jorge Luis Borges era parte del asunto: el escritor dirigía el suplemento cultural del diario.

Pensemos al país a fines de 1933, década infame y presidencia de Agustín P. Justo. Se hablaba de los goles de Pancho Varallo en Boca y de las fintas de Carlos Peucelle en River. Apenas dos años cumplidos de fútbol profesional, estaba por terminar el Campeonato de Primera División que consagraría a San Lorenzo de Almagro, y la Selección argentina se preparaba para viajar al Mundial de Italia 1934, la gran propaganda para el dictador Benito Mussolini.Rinaldi, Moro, García Blanco, Ayala y más en "La oral deportiva".Rinaldi, Moro, García Blanco, Ayala y más en «La oral deportiva».

En ese marco, y según algunos historiadores bajo el nombre Boletín Informativo se dio el debut radial en Ayacucho y Las Heras, en el edificio de Splendid. Se emitía los domingos por la noche y fue determinante para los hinchas que comenzaron a enterarse así los resultados de los partidos en una era en que un simple mortal podía demorar días para recopilar la información completa de la fecha.

Hernán Ramazzotti es de los privilegiados que puede contar de primera mano las proezas de esa máquina del aire como uno de los periodistas con más horas de vuelo: ingresó al staff a mediados de los setenta y permaneció en el plantel durante casi 40 años. Todavía guarda algunos de esos cuadernos amarillos con anotaciones de gol y formaciones en cursiva.

Lo suyo fue «la escalerita» típica. Visitas permanentes como oyente, primeras «changas» atendiendo el teléfono, una primera misión en exteriores en la sede de la Lotería nacional buscando a los ganadores del PRODE y, más tarde, producción, campo de juego y comentarios hasta lucirse en estudios centrales.

De lunes a lunes (con francos los martes), en los primeros años su trabajo de hormiga comprendía tareas como ingresar a las canchas encorvado por el lastre de los enormes auriculares, el aparato de radio Noblex, la libreta. Fue él quien le abrió la puerta de la emisora al mismísimo Marcelo Tinelli cuando un día faltó un cronista y aconsejó al coordinador Alberto Citro: ‘Mándelo a este pibe Tinelli que nos va a hacer quedar bien’.El relator de América, voz de La oral desde 1946 hasta 1992.El relator de América, voz de La oral desde 1946 hasta 1992.

Para muchos, hay que establecer una gran división histórica de esta «universidad» radial del deporte: un AM/DM, antes y después de José María Muñoz. Es justamente la etapa del «Gordo», la que coincide con la era pre-internet y sobresalen las mejores anécdotas de suelas gastadas, comunicaciones crujientes desde teléfonos públicos, conexiones accidentadas desde techos de vestuarios…

«Empecé en 1988 como cronista de los partidos de la C y la D. Tenía que llamar a la radio desde el teléfono del club si es que había, sino desde la comisaría más cercana, la pescadería, la estación de tren. Llegué a pedirle a algún portero de escuela que me dejara pasar para usar el teléfono y así cumplir mi misión», se ríe Eduardo Caimi, para todos «El Polaco», casi 40 años como periodista deportivo (26 de ellos en La oral).

Estudiante de Derecho (hoy abogado), Caimi logró el ingreso a Rivadavia con una ayuda de su padre, conocido artísticamente como Norberto Malbrán, conductor vinculado al tango. «Era entrar, ver a Muñoz y que te generara una corriente eléctrica de respeto reverencial», se emociona y evoca el primer partido que cubrió, Liniers-Defensores Unidos de Zárate, en La Matanza. «Ganó Liniers 2 a 1 y tuve que caminar unas cuadras y pedirle el teléfono de su casa a una señora. A los 15 días volví a cubrir un partido en el mismo lugar y le llevé facturas a esa vecina y me dejó usar de nuevo el teléfono».

La máquina que quedó en manos de Muñoz

La oral llegó al mundo en medio de la explosión nacional del radioteatro y en tiempos en que la radiofonía era una fiesta con orquestas en los estudios y actores y locutores como hormigas en enormes planteles. El «monstruo» llegó a emplear en algún momento a casi 100 periodistas y a 60 técnicos, manos obreras que imprimían un sello artesanal, entre teléfonos de rulo y disco y máquinas de escribir.

En 1958 el programa atravesó su primer gran quiebre, la muerte de su conductor, Edmundo Campagnale, lo que hizo que José María Muñoz tomara las riendas.

Hasta el billar y las bochas tenían lugar en maratónicas jornadas diarias de información que «El Gordo» comandaba años después de un comienzo grotesco que él mismo burlaba. En su primera cobertura deportiva, en 1946, en cancha de Barracas Central, se había enganchado el pantalón en un alambrado y regresó a Rivadavia tapándose con diarios.Una vieja publicidad de La oral.Una vieja publicidad de La oral.

«Empecé con una mano atrás y otra adelante. En 1946 me presenté en Rivadavia para hablar con Campagnale y le pedí trabajo. Fue un viernes y el sábado me mandaron a la cancha de Barracas. Tenía que ir a cada rato a la estación del ferrocarril donde había teléfono y saltando alambrados me hice un siete en el pantalón«, contaba a pura risa.

El primer relato «entero» del «relator de América» fue en 1948, en un Quilmes-Rosario Central, «desde un chalet que había detrás del estadio local», según detallaba. Tuvo que esperar hasta 1952 para el gran salto, cuando la organización Sojit, que se había hecho cargo de la radio, lo designó para relatar los Juegos Olímpicos de Helsinki. Viajó hambriento de gloria a Finlandia y narró el oro obtenido por Capozzo y Guerrero en remo.

En 1957 arrancó su propio negocio, su productora Olímpica Tele Radio, que tomó el control del departamento deportivo de Rivadavia. No faltaban a esa altura intelectuales que criticaban su forma, su sintaxis, sus recursos idiomáticos. Cuenta la leyenda que mientras hablaban de Hugo Orlando Gatti y otros arqueros, alguien bromeó con que Gatti era «como Dorian Gray» y Muñoz se enojó: «¡Pero hablamos de arqueros ar-gen-ti-nos!». Desconocía al personaje de Oscar Wilde.

Otra mítica anécdota de archivo indica que José María describía las inundaciones como «calles abnegadas (en lugar de anegadas)». Dante Panzeri creó entonces un concepto para hablar de ese estilo que lo irritaba: Los muñoces«.

Horacio De Bonis, emblemático integrante de ese equipo y hoy abogado dedicado plenamente al derecho, es otro del reducido grupo de testigos. Aterrizó en el equipo cuando era menor de edad y cursaba el cuarto año del secundario. Su padre, conocido de Muñoz, intercedió para que el relator le hiciera un lugar al adolescente y el chico no defraudó. Comenzó cortando cables y armando una planilla cuando Excel no era ni un proyecto lejano.Horacio de Bonis entrevista al jugador de Ferro Brandoni.Horacio de Bonis entrevista al jugador de Ferro Brandoni.

No había subido más que a un avión rumbo a Mar del Plata, y a De Bonis le tocó viajar al Mundial de Alemania 1974. «Compartía habitación con García Blanco y era una locura la cobertura. A Muñoz se le ocurría enlazar por teléfono a la familia de cada jugador con el jugador. Volvíamos tan tarde que nos quedábamos sin comer. García Blanco era precavido y guardaba las mermeladas de los desayunos para que tuviéramos algo», sonríe.

«No sé si hoy los periodistas jóvenes tienen dimensión de lo que fue Muñoz, un apasionado, visionario y adelantado que vivió para la pelota. Me hizo transmitir hasta pato. Y daba los resultados de los partidos de España e Italia al instante, cuando eso parecía imposible, porque lo tenía a Egidio Basile con su radio siete mares en la terraza escuchando por onda corta las transmisiones de afuera», aporta De Bonis.

La salud de Muñoz preocupó dos veces a sus oyentes. En 1980, en gira con la Selección por Inglaterra, se desmayó, sufrió una úlcera de duodeno y paralizó al país. En 1992 llegó su final y el final de una escuela de casi medio siglo para La oral: un cáncer de riñón izquierdo terminó con esa etapa romántica. Días antes de su muerte, había pedido que le acercaran a la cama del sanatorio en el que estaba internado un teléfono y, aunque agonizaba, abrió la transmisión de Boca-River. Fue su despedida del aire.El día que Diego Maradona despidió a José María Muñoz (1992, Archivo Clarín)El día que Diego Maradona despidió a José María Muñoz (1992, Archivo Clarín)

La era de barro, fuego y aire

De cospeles, barro y anotaciones en papelitos están hechas las memorias de Esteban Sassi, el periodista que es un atlas viviente de cómo viajar a cada cancha de la Argentina. Fue parte del dream team de La oral desde septiembre de 1993 hasta 2013 (con un regreso fugaz entre 2020 y 2022) y caminó Buenos Aires como pocos.

«Cuando el San Lorenzo del Bambino Veira no se entrenaba en el banco Provincia de Vicente López, lo hacía en Francisco Álvarez. Yo tomaba desde Once la Lujanera y tenía que estudiar bien el plano porque el entrenamiento era en la mitad de la ruta. Al llegar estaba obligado a caminar como 30 cuadras para adentro hasta el predio«, recuerda Sassi esa oda al sacrificio. «Fueron años de recorrer las canchas de Laferrere o Victoriano Arenas y de hacer la conexión desde el techo. Ni enchufe en el vestuario había».

Sassi puso más que las plantas de los pies en carne viva, prestó el cuerpo a misiones de riesgo como Chicago-Vélez, encuentro en que le rozaron varias balas de goma y tuvo que huir del estadio en Mataderos. También recuerda capítulos como Almirante-Brown-Morón, en 2000, cuando en el clásico del Oeste cubrió la muerte de Mariano Guaraz, hincha de «El Gallo», en medio de una revuelta con la Policía. Tuvo que pasar horas en el Hospital Paroissien junto a la familia de la víctima y dedicarse a la noticia inesperada. Días en que La oral se vistió de luto.Sabella, Caimi y Sacco en el aniversario 80 de La oral.  (Archivo Clarín)Sabella, Caimi y Sacco en el aniversario 80 de La oral. (Archivo Clarín)

La oral encontró su gran rival con Sport 80, el ciclo que nació en Radio el Mundo y más tarde pasó a Mitre. Con Fernando Niembro, Víctor Hugo Morales, Marcelo Araujo, Adrián Paenza, Néstor Ibarra y compañía, los oídos se dividieron entre los vitalicios de Muñoz que siguieron hasta el último día su propuesta y los que encontraron en esa otra audición la horma de sus zapatos. «Hemos caminado por veredas distintas, pero soy un beneficiario directo de todo lo grande qué él hizo a esta profesión», admitió Víctor Hugo ante el ataúd de Muñoz en 1992. «Al principio nos mirábamos con algo de resquemor, yo venía a pelearle un lugar y él era mi referente».

Las voces que nunca se borraron

Los archivos sonoros de gargantas pioneras como la de Eduardo «Lalo» Pelliciari están perdidos. De animador de multitudes a olvidado, el hombre que le puso diversión a los partidos de los años 30 merecería un libro. Locutor y relator deportivo, después de un paso por Uruguay aterrizó en Rivadavia en 1932, y al tiempo asumió la dirección general de la emisora, justo cuando nacía La oral. Su vida era el deporte: para agosto de 1945, cuando nació Clarín, fue designado jefe de la sección.Lalo PelliciariLalo Pelliciari

«Atento Zavatarelli”… todavía hay memoriosos que no pueden borrar la muletilla de Muñoz y la posterior devolución del señor de moño que había estudiado medicina, sociología y abogacía: «Augurios de una tarde feliz». Dante asomó su picardía al micrófono en los cuarenta y encontró su momento de euforia cuando cubrió en Montevideo el partido del club de sus amores, Racing, ante el Celtic de Escocia, en noviembre de 1967, en lo que fue la primera Copa Intercontinental para Argentina.

También están los nostálgicos que evocan al olvidado rey de la estadística artesanal, Juan José Lujambio, el hombre de la computadora en la cabeza que llevaba cuenta de goles en Bután o Madagascar, que marcaba en mapas los pueblos de los jugadores y llamaba a cada embajada para obtener datos frescos internacionales.

La cantera fue infinita. Hasta Luis Sandrini en sus inicios llegó a ser parte con su histrionismo y sus tonos en los debates futboleros semanales. El fenómeno daba cuenta de que más de medio país sintonizaba AM 630 para escuchar las noticias. Un ejemplo de primicia: Miguel Brindisi se enteró de su debut en Primera, en Huracán, porque lo escuchó en el programa.

Néstor Centra entró al equipo tres meses antes de que a Diego Maradona le cortaran las piernas, en 1994. Seguía la campaña de San Lorenzo para Radio Buenos Aires cuando pasó al lado de adentro de esa máquina a la que escuchaba desde los siete años. «Yo hice llorar a Maradona y él me hizo llorar a mí al aire», cuenta.

«El 30 de octubre de 1999, El Diez cumplía 39 años. Ricardo Guazzardi manejaba el ascenso. Estábamos en cancha de Temperley y le pedí a la producción que lo llamara», detalla el comentarista. «Diego decía convencido que en la Argentina no lo querían. ‘¿Cómo no te van a querer acá?’, le hice entender y se escuchó un silencio. Se quebró».El equipo de La oral en 2003, en el aniversario 70 años (Télam)El equipo de La oral en 2003, en el aniversario 70 años (Télam)

En jornadas agotadoras, a todo pulmón, Centra cubrió, por ejemplo, los 40 días del juicio a los barrabravas de Boca Juniors, incluido José Barritta. Alguna vez quedó con un hilo de voz a causa de un pólipo en las cuerdas vocales, pero jamás abandonó el micrófono. «Fueron 22 años y me fui muy dolido. Hoy ya no puedo escuchar Rivadavia, pero sueño con que La oral llegue a los 100″.

Alguna vez Centra estuvo «a un pelito» de correr riesgo, pero lo salvó un sándwich de milanesa. «Fue el día en que Arsenal ascendió ante Gimnasia de Concepción del Uruguay. En Sarandí se hundió parte del estadio y explotaron los vidrios de las cabinas. Unos minutos antes me había ido a comprar un sándwich. Tuve suerte. Terminamos transmitiendo parados desde la tribuna«.

Caimi recuerda, además, una conexión increíble desde la cancha de Liniers, a fines de los ochenta. Ante un problema técnico, su compañero Alejandro Tagliani tuvo que poner su auto a disposición para darle electricidad desde la batería del bólido al viejo equipo de transmisión. «Me dieron dos minutos de aire para relatar lo que pasaba y tuve que inventar el partido, porque yo estaba en el auto atrás de un arco. Me iba guiando con sus gestos Tagliani desde el techo del vestuario», lanza la carcajada.

Juan José Moro, la biblia del tenis, jura que fue pionero en el uso de un celular en una transmisión. Cubría la final del torneo de Boca Raton mientras trabajaba en La oral deportiva en 1988 cuando se animó a pedir el bodoque gris tamaño ladrillo a una paqueta señora de la platea. «Hicimos cobro revertido», asegura. Gabriela Sabatini le ganó a Steffi Graf y «Juano» entró también en la historia.

Juan José Moro hoy.Juan José Moro hoy.

El día que Tinelli arrancó en la D

No hay competidor capaz de pisarle los talones a este programa insignia que incluso con sus mutaciones y altibajos sigue respirando. El otro clásico larga duración es Las dos carátulas, el ciclo de radioteatro de Radio Nacional que se emite ininterrumpidamente desde el 9 de julio de 1950.

Cacho Fontana como locutor comercial contratado en 1965, Marcelo Tinelli haciendo allí sus primeros pasos diez años después. Los nombres se cuentan de a cien y es probable que entre la lista haya injustas omisiones. Enrique Macaya Márquez, Carlos Hugo Menéndez, Eduardo Luis, Enzo Ardigó, Jorge Bullrich, Juan Carlos Morales, Néstor Ibarra, Osvaldo Caffarelli, Washington Rivera, Ulises Barrera, Walter Saavedra conforman sólo algunos de los grupos.

Nelson Castro fue uno de los periodistas que estuvo a punto de ingresar a La oral, pero lo frenó su compromiso médico. Egresado del Circulo de periodistas deportivos, arrancó en la especialidad en 1975, en Radio del Pueblo, y fue convocado más tarde por Muñoz. «Tuve que decirle que no. Me era imposible trabajar durante la semana cursando el último año de Medicina», admite.

El caso Tinelli es uno de los capítulos más curiosos. Mucho antes de que Juan Alberto Badía lo mandara a llamar para que integrara Piedra libre (FM 103.1) como «pichón promesa de La oral deportiva«, Tinelli había buscado su oportunidad y la obtuvo en ese semillero del deporte. Cuenta la leyenda que «El cabezón» y su amigo Hugo Iza, quien fue luego representante de jugadores, jugaban en las inferiores de San Telmo y una tarde decidieron acercarse a la radio a buscar los resultados de los otros equipos.

Ramazzoti fue el puente. En ese típico día en que falta uno y hay que cubrir un hueco, recomendó al joven Marcelo para que lo enviaran a una cancha a pasar los resultados por teléfono. Tinelli cubrió un partido de primera «D» y se lució. Cuando llego el primer sueldo, sobrevino el susto y la mano amiga…

Suele contar el propio Tinelli que al llegar a su casa reparó en que había perdido los billetes en el camino y volvió a la radio apenado. Muñoz metió la mano en el bolsillo y le entregó la misma suma. «Vaya pibe, lo que le pido, por favor, es que se compre una corbata«.

La oral que hoy resiste

Román Iucht, actual conductor del programa.Román Iucht, actual conductor del programa.

En 2002 metió la nariz ESPN en lo que llamaron “alianza estratégica” para frenar la caída de la emisora que se había declarado en quiebra. La firma del convenio estableció que Enrique “Quique” Sacco sería el periodista que quedaba al frente del área deportiva y la coordinación del plantel luego de la gran labor de Ernesto Cherquis Bialo.

El espacio destacado para las mujeres sigue siendo la gran deuda de La oral. Con varias trabajadoras invisibles (Eglis Giovanelli a la cabeza como pionera), a partir de los noventa una decena intentó hacerse camino en un espacio dominado por los hombres. «Ellas siempre estuvieron, pero no se les daba el lugar», considera Franco Rabaglio, el relator y conductor que atravesó dos etapas en el ciclo. «Por suerte hoy tienen un rol distinto al de hace unos años. Nosotros, por ejemplo, siempre tuvimos en el equipo a Paula Pallas, periodista deportiva y psicóloga, como vestuarista y haciendo columnas de análisis. Y trabajó Analía Sarniguet como jefa de producción, pero hay pocas voces femeninas en el dial».

Bajo la dirección de contenidos de Fernando Subirats, Rivadavia mantiene la tradición del ciclo intocable y de los teléfonos abiertos para que el hincha opine. Desde 2022, Román Iucht está al frente de la marca de 22 a 24, algo así como «una coronación» a una trayectoria iniciada a los 16 años, cuando se sumó a la producción de Competencia para el Mundial ’90. Su premisa es «un respeto absoluto por la noticia, el buen lenguaje, el buen decir y el oyente, al que le damos dosis justas de información, entretenimiento y una invitación a ayudarlo a pensar», dice.

En ese esquema, con media docena de empleados en el ciclo, Román es inflexible. «No a la discusión para levantar la voz y generar polémica. No hacemos notas pensando en que nos van a levantar de todos lados. Sé que los protagonistas que pasan por el programa nos van a volver a atender el teléfono la próxima. No dejamos de preguntar, pero no queremos la cosa inquisidora que incomoda al otro».

Habrá que contarles a las generaciones de periodistas criados a TikTok y Fake News que antes de la llegada de la spica, de la popularización de los teléfonos fijos, del fax, de Internet, de la fibra óptica, de los celulares, de Twitter, de WhatsApp y del clickbait hubo algo asombroso que no necesitó de todo eso para ser viral. Larga vida a la catedral sonora del deporte.

Fuente: https://www.clarin.com/historias/90-anos-oral-deportiva-delicias-desgracias-milagro-radial-todavia-respira_0_IgS1XpY6JS.html