«La idea de que somos ‘la generación de cristal’ marca muchos prejuicios». En el Día Internacional de la Juventud, jóvenes y especialistas reflexionaron sobre el concepto. Coincidieron en que se centra en una mirada «adultocéntrica» y destacaron su «sensibilidad para buscar transformar realidades».

POR AGUSTINA RAMOS

Lucas Grimson Foto Florencia Downes
Lucas Grimson

El concepto de «generación de cristal» para referirse a la juventud esconde prejuicios y se centra en una mirada «adultocéntrica», dijeron a Télam jóvenes que destacaron su «sensibilidad para buscar transformar realidades» y la importancia de sus voces «en los procesos de tomas de decisiones», en el Día Internacional de la Juventud.

«La idea de que les jóvenes de hoy son frágiles o de que somos ‘la generación de cristal’ marca muchos de los prejuicios hacia la juventud. Se generaliza diciendo que todo nos afecta demasiado para de alguna manera postergar o minimizar lo que pensamos y nuestros planteos», dijo a Télam Lucas Grimson, de 21 años, militante del Frente Patria Grande y estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Este año, las Naciones Unidas definió que uno de sus objetivos para celebrar esta fecha es concientizar «sobre ciertas barreras a la solidaridad intergeneracional, en particular la discriminación por edad, que afecta a personas jóvenes y mayores».

En este contexto, jóvenes y especialistas coincidieron en diálogo con Télam que el concepto de «la generación de cristal» les fue impuesto.

«En el último tiempo es evidente que las personas jóvenes compartimos más lo que nos sensibiliza en todos los ámbitos: en casa, en la escuela, la facultad, con nuestros vínculos o en las redes sociales. Mediante el diálogo intercambiamos nuestras emociones y experiencias, y las posibles causas de frustraciones, tristezas o incertidumbres», dijo Justina De Pierris (18), quien desde los 14 años es activista por los derechos humanos en el Grupo de Jóvenes de Amnistía Internacional Argentina.

«A ese ‘aumento de sensibilidad’ -que no es nada más que mostrarnos como realmente somos- se lo ha cargado de una fuerte connotación negativa. Para muchas personas adultas la sensibilidad es sinónimo de debilidad», continuó la estudiante de Ciencia Política y Gobierno en la Universidad Torcuato Di Tella.

«Si los jóvenes compartimos nuestros sentimientos, se suele interpretar como una mayor fragilidad frente a las generaciones anteriores», completó De Pierris, oriunda de La Plata.

Y aseguró: «Nos convirtieron en la ‘generación de cristal’, que tiene ‘menor tolerancia’ a los problemas cotidianos y es ‘excesivamente sensible'».

Para Grimson, esto está directamente vinculado con el «adultocentrismo», una concepción de mundo que potencia los valores de personas adultas por sobre los de los jóvenes.

«Con esas ideas se intenta invalidar nuestros planteos, pero además postergarlos con una generalización de que estaríamos todes desinteresades, que no nos importa nada», sostuvo.

Justina de Pierris Foto Florencia Downes
Justina de Pierris

Edadismo y estrategias para reducirlo

El Informe Global sobre Edadismo lanzado por las Naciones Unidas en marzo de 2021 analiza cómo se desarrolla en distintas partes del mundo ese concepto que refiere a «los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas en función de su edad».

Una de las estrategias que plantea para reducir el edadismo es «invertir en intervenciones de contacto intergeneracional que tengan por objeto fomentar la interacción entre personas de distintas generaciones» ya que «puede reducir los prejuicios y estereotipos entre grupos».

La médica psicoanalista Claudia Amburgo coincidió en que «es muy importante no perder el diálogo» y, en este sentido, que «los padres no critiquen o humillen a los hijos porque no hacen lo que uno piensa. Tienen que escucharse mutuamente», sintetizó en diálogo con Télam.

«La problemática del adolescente o los jóvenes solo puede pensarse en su interrelación con el medio familiar y social. En los últimos años, los jóvenes han impuesto en los adultos la necesidad de comprenderlos, abandonando lo que se decía de ellos de que están ‘paveando’ o que ‘pierden tiempo'», señaló la miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especialista en niñez y adolescencia.

Para ella, «no es verdad que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, si no que muchas veces los adultos rechazan a los jóvenes porque no los entienden, no les tienen paciencia, o porque están heridos en su amor propio porque esos hijos no realizan las cosas que ellos están esperando que hagan».

Foto Alejandro Santa Cruz

Dos modelos de mundo diferentes

Jennifer Aguilar nació en Paraguay, tiene 19 años y trabaja como encuestadora en un relevamiento de mujeres cis y no binaries de barrios populares, llevado a cabo por el Observatorio de Género y Políticas Públicas (OGyPP).

Aguilar cree en la existencia de dos modelos de mundo diferentes: «Antes había una imposición de la sociedad de que a tal edad tenías que tener hijos, pareja, casarte, la casa propia. Por supuesto son temas muy serios y no fáciles y quién no cumplía con esas cajitas era señalado».

En la actualidad, «los jóvenes y los adultos buscamos otras cosas en la vida, profesionalizarnos, vivir aventuras, no seguir con paradigmas asignados para cada rol que básicamente te dicen cómo tenés que vivir», dijo la también militante de las organizaciones Las Mirabal y Voces de Barro, que se forma como promotora de género en el Barrio Padre Carlos Mugica, y es estudiante de Seguridad Ciudadana.

Los jóvenes reivindicaron que la tan denostada sensibilidad que expresan es, lejos de una debilidad, un motor de lucha.

Jennifer Baez Aguilar Foto Osvaldo Fantn
Jennifer Baez Aguilar

«Nos mostramos como somos, dando lugar a muchas personas a vivir genuinamente la vida que desean. Cada experiencia y sentimiento compartido salvan vidas y acercan los relatos a quienes precisan escucharlos», señaló De Pierris.

En sintonía, Grimson advirtió que «esa sensibilidad que vienen a cuestionar tiene que ver con otras ideas, con discutir la violencia, con combatirla, con romper con lógicas tradicionales que dejan a muches afuera».

Desde allí, los jóvenes se paran a leer «el contexto en el que estamos, un contexto de crisis, con altos niveles de pobreza y de indigencia que sabemos que afectan especialmente a les niñes adolescentes y jóvenes», señaló.

Según la Encuesta Permanente de Hogares del último semestre del 2021, el mayor nivel de pobreza en la Argentina se da entre los 0 y los 14 años, con el 51,4% de las personas que conforman ese grupo.

Los jóvenes remarcaron también que esa sensibilidad permitió hablar de salud mental durante la pandemia, donde los casos de trastorno depresivo grave y de ansiedad aumentaron más del 25% a nivel global en 2020, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este contexto, el aporte que hace la juventud a la sociedad son «las luchas, los movimientos y el cuestionar», consideró Aguilar, a lo que De Pierris añadió que es necesario que las voces, opiniones e ideas de los jóvenes «estén presentes en los procesos de toma de decisiones», no sólo porque son una parte importante de la sociedad, sino también «porque somos quienes vamos a vivir el futuro».

Fuente: Télam