Cómo enfrentar a la gente que lastima con las palabras

En estos tiempos que corren, se registra un aumento muy grande del maltrato verbal. Las palabras lastiman, las palabras hieren, y hay muchísimas técnicas de asertividad, de cómo poner límites al maltrato verbal. Entre las muchas que podríamos mencionar, hay una que me encanta. Se encuentra en el relato de David y Goliat.

Por: Bernardo Stamateas

David peleó en contra de un gigante filisteo de tres metros de altura. Dice el texto que David estudió a Goliat minuciosamente, y vio que tenía espada, lanza y jabalina. Espada para pelear cuerpo a cuerpo, jabalina para hacerlo a cincuenta metros y lanza para atacar estando entre veinte y treinta metros de distancia. Luego de examinarlo, David le cambió el escenario de juego: le tiró una piedra y lo mató con una honda. Se calcula que la honda podía ir a una distancia de más de cien metros.

Hay personas agresivas que arman su “espada, lanza y jabalina”. Frente a esto, lo que tenemos que hacer es cambiarles el escenario. Si alguien te mandó un mail confrontándote, podés decirle que preferís hablarlo personalmente. Si alguien te dice: “Lo tenemos que hablar personalmente”, respondele: “Ponelo por escrito”. Si alguien te dice “Necesito cinco minutos”, decile: “No, sentate y hablamos ahora media hora”. “Necesito media hora”, y le respondes: “No, tengo solo tres minutos”.

Necesitamos cambiar el escenario y recordar que cuando alguien nos plantea una batalla que no elegimos, aunque ganemos, perdimos. La gente agresiva es insegura y necesita armar el combate para sentirse fuerte y con adrenalina.

No nos distraigamos. Algunas veces, lo mejor es cambiar el escenario, otras es ignorar. En cualquier caso, siempre tenemos que seguir adelante con nuestros proyectos.

Aprendamos a ser personas asertivas. “Asertividad” significa “afirmación”, y es la capacidad de expresar nuestras emociones, ideas y derechos de manera firme, clara y abierta. Es decir, es la habilidad de expresar lo que sentimos y pensamos, junto con la sabiduría de elegir cuál es la mejor reacción en cada situación.

No necesitamos impresionar a nadie, ¡mucho menos al maltratador! Si queremos agradarle o impresionarlo, es porque hemos caído en sus redes. Si necesitamos que el otro “siempre nos responda bien”, entramos en una esclavitud emocional que el maltratador “huele” y utiliza a su favor. Nadie necesita a un maltratador. De él no se puede esperar nada. Por eso no hay por qué agradarle, ni convencerlo, ni intentar que cambie, ni impresionarlo, sino cambiar el escenario. En la vida, necesitamos estar bien plantados, seguros de lo que queremos y hacia dónde vamos. Dicha actitud se conoce como asertividad.

Te comparto una ilustración que suelo dar en charlas a los adolescentes:

Si subo a un ascensor en el que hay otras personas y no marco el piso al que deseo ir, ¿qué ocurrirá? El ascensor irá al piso que ya está marcado y después seguirá al siguiente marcado. Subirá y bajará, deteniéndose en los pisos que marquen las nuevas personas que vayan subiendo. Si yo no marco “mi piso”, seré llevado hacia arriba y hacia abajo, a donde yo no decidí dirigirme.

Los límites no son para limitarnos, como muchos piensan, sino para liberarnos. Y no lo olvides: frente a la agresión, cambiá el juego, cambiá el escenario.

Por: Bernardo Stamateas

Fuente: Diario La Nación