mina

El turismo minero propone disfrutar de paisajes, experiencias e historias. El norte del la provincia es el lugar indicado para esta actividad por los grandes asentamientos mineros que hoy están convertidos en atractivos turísticos. Cada año, estas visitas suman adeptos y generan alternativas para el desarrollo en las localidades aledañas.

POR FABRICIO QUEVEDO

Telam SE

Entre la diversidad de atractivos naturales y actividades para quienes visitan la provincia de San Luis la propuesta de turismo minero es una opción ideal para descubrir las serranías puntanas y la historia que guarda cada uno de esos emprendimientos.

El norte provincial es el lugar indicado para esta actividad, ya que la mayoría de los asentamientos mineros se localizan en esa zona, hoy convertidos en atractivos turísticos que cada año suman adeptos y generan alternativas para el desarrollo en las localidades aledañas.

La Carolina
Al pie del cerro Tomolasta, a 83 kilómetros de la ciudad de San Luis, se encuentra La Carolina, un pueblo de 300 habitantes cuya actividad identitaria fue la minería, que comenzó en el siglo XIX cuando Tomás Lucero, un vecino del lugar, halló oro y lo llevó a aquilatar a Córdoba.

Ese hallazgo motivó a personas de diferentes partes de Argentina y de países vecinos a instalarse en la localidad y convertirse en mineros, lo que generó una verdadera fiebre del oro.

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Desde 1789 y hasta 1810, el pueblo le proveía trabajo a unos 3.000 mineros y obtenía 10 mil kilogramos de oro de 18 kilates.

Desde que comenzó la producción minera en el pueblo y hasta su finalización, a mediados del siglo pasado, más de 200 asociaciones llegaron con la intención de extraer mineral de las zonas auríferas.

Esta historia dejo huellas tan imborrables que hoy las minería es el atractivo turístico principal del lugar y los visitantes pueden descubrir el interior de una mina en desuso en un recorrido guiado, a pie y con elementos de protección, mientras escuchan la historia del lugar.

También pueden ser pirquineros en el rio Amarillo y aprender los pasos de extracción de oro de una manera más artesanal, como lo hacían en esa época.

Ambas actividades son aptas para toda la familia y su duración es de una a dos horas, de la mano de un equipo especializado en el tema.

Inti Guasi
A 20 kilómetros de La Carolina, y cien de la ciudad capital, la gruta de Inti Huasi (Casa del Sol) es un domo de origen volcánico situado en la zona central de las sierras de San Luis conformado por dos socavones poco profundos, de unos 60 metros de frente por 20 de fondo y 10 de altura, protegidos naturalmente por una amplia arcada que conforma un vestíbulo natural.

Esta gruta es considerada como uno de los yacimientos arqueológicos prehistóricos más importante de la provincia y es visitado por miles de personas cada año.

Estudios revelaron que los primeros habitantes de la gruta fueron los ayampitín, hace más de 6000 años. Se trataba de grupos nómades que se trasladaban, según la época del año, desde las sierras altas hasta los valles en busca de comida.

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La gruta se puede visitar todos los días del año, con entrada libre y gratuita. En el lugar hay una pasarela con exposición de restos óseos y líticos. Antiguamente se podían visualizar pinturas rupestres, pero perdieron nitidez debido al paso del tiempo y la erosión causada por el viento y agua.

San Francisco del Monto de Oro
A 135 kilómetros de la capital puntana, esta es otras de las localidades que tuvo una fuerte impronta minera y es parte del circuito turístico.

Cuenta con cuatro yacimientos, donde se extraían principalmente minerales como el oro, wolframio, litio y manganeso, entre otros.

Las minas están ubicadas entre los cinco y 12 kilómetros de la plaza central del pueblo y es recomendable visitarlas con algún guía del lugar que además provea de elementos de seguridad, ya que están abandonadas y forman parte de un circuito de trekking.

Los Cóndores
La mina de Los Cóndores se ubica 10 Kilómetros hacia el suroeste de Concarán y a 120 kilómetros de la ciudad de San Luis. Fue descubierta a finales del siglo XIX por un lugareño y explotada principalmente por empresas alemanas y norteamericanas.

El principal mineral extraído era wolframio, que se utilizaba para la fabricación de armas. Su apogeo estuvo siempre relacionado a conflictos bélicos, en especial durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

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Las excursiones hacia la mina no plantean dificultades de trayecto e invitan a descubrir los túneles húmedos y negros en varios niveles de profundidad, con paredes de tonos azulinos a causa del tungsteno.

El pueblo minero llegó a albergar unos 4000 habitantes y contaba con hotel, viviendas de los ingenieros, casas para los solteros y otras para familias, canchas de tenis, pileta de natación, comedor, escuela y almacén de ramos generales, que hoy están abandonados.

La visita a la mina se realiza con un guía que fue minero del lugar, quien provee equipo de seguridad y durante el recorrido cuenta la historia del lugar y datos técnicos sobre la explotación de la mina. El acceso a la mina cuesta uno 1.000 pesos y el recorrido dura una hora.

Pueblo Escondido
Pueblo Escondido fue un asentamiento minero ubicado en el Cerro Áspero, que pertenece a la provincia de Córdoba, pero su acceso se realiza desde la localidad puntana de Villa de Merlo.

Este yacimiento minero deshabitado tiene una relación estrecha con historias de guerra y las características de la vida asalariada en el corazón de la montaña, trabajos ligados a la extracción del tungsteno y asociados a instrumentos bélicos como vehículos blindados, tanques y proyectiles para cañones.

Este establecimiento funcionó desde finales del siglo XIX hasta 1969, cuando debió cerrar por la baja del precio del tungsteno a nivel internacional y porque su agotamiento en el lugar empeoraba la situación.

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En su época de esplendor había decenas de trabajadores; instalaciones de molienda, concentración y separación de minerales por medios mecánicos; una usina propia; un hospital, viviendas para mineros y jefes y hasta teléfono.

En 1995, las estructuras fueron restauradas para fomentar el turismo aventura y se convirtió en un refugio de montaña con un entorno natural paradisiaco.

En la actualidad, cuenta con habitaciones privadas y para compartir, zonas de camping y ofrece servicios gastronómicos para los turistas.

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