Historia de una mujer que ayudó a fundar Buenos Aires

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Una pionera y un cuadro modificado. En 1580, Ana Díaz decidió abandonar asunción del Paraguay y unirse a la expedición de Juan de Garay para refundar Buenos Aires

Para LA NACIONJessica Blady

En la actual esquina sudoeste que conforman la calle Florida y la avenida Corrientes, en el barrio porteño de San Nicolás, hoy se emplaza la sucursal de una conocida cadena de librerías, pero pocos saben que el terreno que ocupa –los restos de una antigua residencia conocida como el palacio Elortondo-Armstrong que todavía deja ver su estilo neogótico veneciano– está ligado directamente a la segunda fundación de Buenos Aires y a la “primera pobladora” de la ciudad, Ana Díaz, como se lee en una de las placas de bronce conmemorativas, instalada allí en el año 1989.

La esquina noroeste y noreste de Florida y Corrientes, justo antes del ensanche. 1936.
La esquina noroeste y noreste de Florida y Corrientes, justo antes del ensanche. 1936.Colección Museo de la Ciudad. Gentileza Ediciones de la Antorcha. – .

La otra chapa, colocada en 1971 como homenaje de las mujeres paraguayas integrantes del Instituto Femenino de investigaciones Históricas y del Club del Libro n° 1 de Asunción, nos cuenta que Díaz “acompañó a los ‘mancebos de la tierra’ en la expedición de Juan de Garay, y en este solar se le adjudicó, en 1583, 1/4 de manzana, como participante en la fundación de Buenos Aires”. Cuando el adelantado repartió los terrenos del sitio fundacional entre 232 beneficiarios, incluyendo a los fundadores, Ana recibió el solar número 87 –como la mayoría, de 300 varas (252 m) de superficie– donde más tarde apostó una pulpería, y así se convirtió en la primera mujer propietaria de la ciudad.

Ana Díaz, la adelantada

“La vieja carabela y los dos bergantines vienen por el medio del soleado Paraná, con los repobladores de Buenos Aires. Los demás cubren la distancia desde Asunción por tierra, arreando la caballada y los vacunos. Entre tantos hombres –son más de setenta– sólo hay una mujer: Ana Díaz. Las otras bajarán del caserío poco más tarde, cuando la ciudad haya sido fundada de nuevo y comiencen a perfilarse las huertas y a levantarse las tapias. Un mes y estarán allí. Hasta entonces Ana Díaz será la única mujer”, escribió Manuel Mujica Láinez en Misteriosa Buenos Aires.

Ana Díaz es la protagonista del cuarto cuento de la obra de Manuel Mujica Lainez: Misteriosa Buenos Aires
Ana Díaz es la protagonista del cuarto cuento de la obra de Manuel Mujica Lainez: Misteriosa Buenos Aires

Díaz es la protagonista de La fundadora, el cuarto cuento de esta obra que combina ficción y realismo: una mujer joven, fuerte y con determinación “sentada como una gran señora en el puente de la carabela, entre los hidalgos”. Cuando el sábado 11 de junio de 1580, Garay estableció la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre, Ana continuó siendo la única mujer con derechos de ‘vecina’ que integró la expedición.

Pero, ¿quién fue en realidad Ana Díaz? Una paraguaya nacida en Asunción, hija de Mateo Díaz, un gallego que arribó a suelo americano junto a la expedición del adelantado Álvar Núñez Cabeza de Vaca –descubridor de las cataratas del Iguazú en 1541–, y Savé, una nativa de la tribu de los payaguáes (enemigos de los guaraníes) que había sido tomada como cautiva por otro explorador. Este la colocó como premio en un juego de dados que Díaz terminó ganando, pero dos años después del nacimiento de Ana, la mujer huyó con un hombre de su clan. Tras la muerte de Mateo, la joven quedó a cargo de un tutor quien, supuestamente, traspasó los bienes familiares a su primera pareja, Rafael Forel, fallecido en combate.

La placa destinada a Ana
La placa destinada a Ana

Dicen que la joven volvió a enviudar tras juntarse con un tal Pedro Isbrán y hasta tuvieron una hija llamada Felipa, aunque muchos registros históricos solo hablan de su último matrimonio con Juan Martín en la recién instaurada Buenos Aires: un mestizo propietario del terreno lindante al n° 87, que había llegado en la misma excursión fundadora. Pero no nos adelantemos y volvamos a Asunción, donde Ana tuvo que insistir para integrar la delegación –54 ‘mancebos de la tierra’ y 10 españoles– que zarparía en el mes de marzo de 1580.

Díaz no titubeó cuando Juan de Garay convocó a la población de Asunción –misma ciudad donde, en 1541, se habían trasladado los habitantes del fuerte establecido en la frustrada primera fundación de Buenos Aires– con el fin de darle una segunda oportunidad a la ciudad-puerto a orillas del Río de la Plata. El adelantado ya había anticipado que no quería mujeres en esta etapa de exploración para no ponerlas en un riesgo innecesario, pero Ana, con sus ojos verdes y su cabellera oscura, se impuso y consiguió su lugar en la carabela San Cristóbal de la Buenaventura. “Ana sonríe. Piensa que por la costa, con la gente que avanza al mando de Alonso de Vera y Aragón, a quien dicen ‘Cara de Perro’ por la torva facha, viene su pequeña tropa de vacas y de caballos. No olvida que a principios de ese mismo año de 1580, cuando levantó el estandarte real llamando a la población de Buenos Aires, Garay prometió que distribuiría entre sus acompañantes las yeguas y caballos cimarrones que inundan la pampa. En Buenos Aires se podrá vivir”, se lee en otro fragmento de La fundadora.

las dos placas que la recuerdan
las dos placas que la recuerdan

Ana hablaba castellano, gallego y guaraní, y ella misma se dedicó a limpiar la maleza de su solar, ubicado frente al del santafesino Ambrosio de Acosta. Ordeñaba las vacas, plantaba la huerta y cuidaba de las gallinas, y tras el fallecimiento de Juan de Garay, en 1583 instaló allí una pulpería. Al poco tiempo, se casó con Juan Martín, constituyendo la primera pareja conformada en la flamante ciudad porteña. La joven pionera también se hizo de una chacra en la zona conocida inicialmente como ‘Pago de las Conchas’ –hoy partido de Tigre–, tierras que el propio Garay repartió y supo bautizar como Valle de Santa Ana, en honor a su compañera de aventuras.

Reparación histórica y un cuadro modificado

Ana Díaz no solo quedó inmortalizada en la obra de Mujica Láinez. En la actualidad, una calle y una estación del Premetro de Buenos Aires, en la intersección de las avenidas Larrazábal y Cruz de Villa Lugano, también llevan su nombre. Ana es el centro de La segunda fundación de Buenos Aires, y la única mujer, uno de los poemas compilados en Romances de la conquista, del escritor paraguayo Hugo Rodríguez Alcalá: “[…] Ana Díaz se llamaba la única mujer pionera que viajaba en la flotilla. Hoy mucho se la recuerda. Y cinco siglos no olvidan donde tuvo su vivienda: fue entre Florida y Corrientes o por lo menos bien cerca de esa esquina bien famosa. Y en Asunción, de donde era Ana Díaz, una calle su nombre célebre lleva. Casose más de una vez esta doña Ana asunceña, con varones asuncenos según crónicas nos cuentan. Le inventó rostro y figura un pintor en una tela que evoca la fundación de la gran urbe porteña. En el cuadro mencionado Ana lleva la cabeza de cabellos invisibles, cual si fuera cartujana que nada monjil tuviera. Nunca pudo este pintor verla de lejos o cerca: siglos hacía que Ana dormía bajo la tierra […]”.

La obra original, sin Ana
La obra original, sin Ana

El pintor en cuestión es el malagueño José Moreno Carbonero, responsable de Fundación de Buenos Aires, un regalo del rey Alfonso XIII para celebrar el primer centenario de la Revolución de Mayo. El lienzo de cuatro metros de largo por tres de alto recrea una escena de la segunda fundación de la ciudad, y el 11 de junio de 1910 se lo ubicó en un salón del edificio municipal. El cuadro de Carbonero se lució orgulloso en el directorio del Banco Municipal y en la inauguración de la sede del Museo Municipal, el 6 de octubre de 1921. Allí, el historiador y director del museo, Jorge A. Echayde, y otros especialistas detectaron varios errores históricos en la obra, entre ellos, la ausencia de Ana Díaz.

Fundación de Buenos Aires, el cuadro modificado por el mismo pintor que hizo el primero: Moreno Carbonero
Fundación de Buenos Aires, el cuadro modificado por el mismo pintor que hizo el primero: Moreno Carbonero

El mismísimo artista resolvió hacerse cargo de los gastos de material y su propio tiempo para modificar “los puntos de discordia” de la pintura en su estudio de Madrid. Así, Fundación de Buenos Aires regresó al país (con sus correcciones) el 23 de junio de 1924, y hoy todavía se luce en el Salón Blanco de la sede del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En esta nueva versión, ubicada entre las figuras de don Gonzalo Martel de Guzmán y el padre Pedro de Rivadeneyra, podemos ver la inclusión de Díaz entre los personajes fundadores. De pie, con una toca azul cubriendo su cabeza (los cabellos invisibles que describe Rodríguez Alcalá), un vestido de pechera blanca y un crucifijo entre sus manos, Ana vuelve a hacer historia como la única mujer que ayudó a fundar Buenos Aires.

Por Jessica Blady