Festejo de la comunidad boliviana en CABA

Multitudinaria celebración en la Fiesta de la Alasita a pesar del calor agobiante

Miles de personas de la colectividad boliviana se congregaron desde este mediodía en el Parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos Aires para celebrar la tradicional Fiesta de la Alasita, con el habitual despliegue de feria de miniaturas, ch’aclla, patio gastronómico y espectáculos en vivo, a pesar del calor agobiante.

«Si uno quiere conseguir este año una casa, la compra aquí en miniatura para que ese deseo se haga realidad. Lo mismo puede ser un coche o un terrenito o un comercio», explicó a Télam el maestro yatiri José Delgado, líder espiritual y uno de los encargados de bendecir y sahumar los pequeños objetos para imbuirlos del poder de la fe.

La Alasita es una celebración ancestral aymara caracterizada por la compra de réplicas en miniaturas de los bienes anhelados que se espera obtener durante el año por la intermediación del dios de la abundancia, el Ekeko, y la Pachamama.

El evento central se realiza los 24 de enero en la ciudad de La Paz donde las celebraciones se extienden durante tres semanas.

La integrante de la organizadora Asociación de Artesanos Artistas del Parque Indoamericano, Felipa Quispe, explicó a Télam que «Alasita es una voz aymara quiere decir ‘cómprame'», por ser éste el reclamo de las miniaturas expuestas en la feria para su venta.

La mujer explicó que la celebración se remonta a 1781 cuando «La Paz estaba atravesando una crisis de hambre», ya que grupos indígenas sublevados del antiplano la asediaban y «no llegaba la comida».

«El alcalde gobernador Segurola tenía una empleada llamada Celestina que había tenido la previsión de guardar comida seca del altiplano en pequeñas bolsitas colgando de un Ekeko, que multiplicaba lo que le dejaban y siempre había comida», contó.

«Entonces empezaron a adorar el Ekeko, incluso los españoles, que al principio no creían, empezaron a homenajearlo porque los había salvado del hambre con su charque, quinua y trigo», agregó.

Y como «el ekeko era chiquito y todo lo que guardaba era en miniatura», en la fiesta en su honor, de la Alasita, todo gira en torno a las miniaturas.

En la feria desarrollada en el Parque Indoamericano conjuntamente con Buenos Aires Celebra del gobierno porteño, podían conseguirse miniaturas de todo tipo de bienes materiales – como canastas de alimentos, casas, autos, negocios, fajos de billetes – por entre mil y 9 mil pesos, además de los tradicionales ekekos, los elefantes y los toritos «de la abundancia» – desde 1.500 pesos- adornados con guirnaldas hechas de billetes dispuestos en rulos.

Este año, además, se podían comprar conejos de yeso porque 2023 «es el año del conejo de agua», que acaba de empezar según el calendario lunisolar utilizado tradicionalmente en China y en otros pueblos que se han visto influidos por la cultura han, como coreanos, japoneses, vietnamitas, singapurenses, mauricianos y filipinos.

«Vinimos en familia desde el barrio de Flores y yo compré este torito por primera vez siguiendo la tradición que vi siempre cumplir a mi madre nacida en Bolivia», dijo a Télam Beatriz Mamani, estudiante de enfermería.

La joven explicó que el toro representa «la fortaleza» para hacer frente a las adversidades que sobrevengan en el año, pero también es una alcancía que se romperá el 24 de enero del año próximo para, con el dinero acumulado, comprar un toro más grande y así cada vez.

«Cuando las familias llegan acá se compran una miniatura y se desean la suerte debajo de un árbol, compartiendo y conversando de cómo van a hacer realidad eso que compraron en pequeño, con toda la fe», dijo.

A la sombra de los tilos, las familias descansaban en rueda sobre una lona o comían sobre unos tablones la comida tradicional adquirida en los diferentes puestos gastronómicos, como el paceño (queso frito, carne de res frita, papa, habas y choclo), la sajta de pollo y el phisara de quinoa.

Además de las miniaturas de bienes y de los billetes, se podían comprar ahí versiones diminutas de documentos como partida de nacimiento – para tener hijos-, de casamiento – para casarse-, título de propiedad – para comprar una casa-, contrato de trabajo – para conseguir trabajo-, habilitación comercial – para instalar un comercio-, pasaje aéreo con pasaporte y tarjetas de crédito – para viajar-, entre otros.

Entre las rarezas, puede mencionarse unas cajitas diminutas de una de las marcas de preservativos más conocidas «que compran las madres para que las hijas no queden embarazas para poder estudiar» o el «certificado de borracho» para regalar a alguna persona que «se quiere que deje de tomar» o el «terrenito» que es una maqueta con cuatro columnas, una hormigonera o mezcladora, una chapa, una bolsa de cemento, una escalera y un camión con ladrillos.

Después de comprar, los asistentes hacían largas filas para ch’acllar sus miniaturas y sus toros de la abundancia, envueltos en coloridos aguayos. Al llegar su turno, esta manta se abre para dejar al descubierto sobre un altar los objetos que se quieren bendecir, los cuales son sahumados sobre un brasero en el que se queman incienso y copal. Luego, el yatiri rocía tanto al creyente como a sus objetos con azúcar, harina, arroz, agua bendita y vino, mientras pronuncia bendiciones.

«Uno lo compra pero después viene acá para que reciban el impacto, la fuerza de la fe», dijo Delgado.

La bailarina de danzas tradicionales Jimena Valdez se compró » un dinerito en fajito, y también un auto», antes de subir al escenario con su grupo sus compañeros del Ballet Sentimiento, Alma y Tradición con quienes bailó «un cuadro potosino conformado por dos danzas: un huaino potosino y un tinku», vistiendo prendas tradicionales de los campesinos de esa región.

«Yo soy argentina pero mi familia es paceña y lo primero que me hicieron conocer es esta festividad y mi primer reacción fue ‘¡wow!’ porque me pareció maravilloso que de de repente la gente te vende de todo, te regala, te explica para qué sirve; y, si vos lo hacés con fe, te sale tal cual», concluyó.

En la Ciudad de Buenos Aires, la fiesta de la Alasita también se celebró en las escalinatas del CCK con la participación del presidente boliviano Luis Arce (ver recuadro), en Barrio Cildáñez, el salón Elíptico del barrio de Flores, en Parque de los Mataderos y en Plaza Fátima de Villa Soldati.

En provincia de Buenos Aires, se reeditó en el barrio Juan Domingo Perón de Laferrere, en González Catán, barrio Tongui en Lomas de Zamora, en Villa Celina y en Escobar.

Fuente: Télam