Por Enrique Casanueva, docente de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y médico consultor del Servicio de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral.

Desde hace varios años el dengue se hace presente en Argentina, especialmente a finales del verano y otoño, con picos epidémicos crecientes. En 2009, por ejemplo, hubo 27.681 casos; en 2016, 41.276 casos; en 2020, 58.452 casos, y en 2023, 133.344 casos hasta la semana epidemiológica 47, según datos del Boletín Epidemiológico Nacional N°680/23.

El dengue es una infección viral transmitida por la picadura de los mosquitos hembras infectados de Aedes aegypti, y también por Aedes albopictus. Se fue adaptando al frío y a la altura, y en nuestro país se lo ha encontrado desde el norte al centro de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza, San Juan, Neuquén y Río Negro.

Los mosquitos viven cerca de nuestras casas. Cualquier recipiente capaz de acumular agua puede convertirse en un criadero (como floreros, portamacetas y las cubiertas de automóviles). De los cuatro serotipos de Dengue, este año circularon predominantemente DEN1 y DEN2. Solo en un barrio de Tucumán circuló DEN3.

Los signos y síntomas más frecuentes entre los casos notificados fueron fiebre, cefalea, mialgias, artralgias y dolor retroocular, seguidos de náuseas, dolor abdominal, vómitos y diarrea. Hasta el momento se notificaron 66 casos de fallecidos y en 36 se pudo identificar el serotipo involucrado: 27 correspondieron al serotipo DENV-2 (75%) y 9 al serotipo DENV-1 (25%).

La Estrategia de Gestión Integrada (EGI) para la Prevención y Control del Dengue de la Organización Panamericana de la Salud incluye vigilancia epidemiológica, control de vectores y medio ambiente, atención al paciente, laboratorio y vacunas. Recientemente, fue aprobada por la ANMAT una nueva vacuna de ADN recombinante tetravalente contra el dengue (Qdenga) que contiene genes de las proteínas de superficie específicas de cada serotipo, insertados en el esqueleto del dengue tipo 2.

La vacuna está indicada para la prevención del dengue en personas a partir de los 4 años de edad en una dosis de 0,5 ml en un programa de dos dosis (0 y 3 meses), independientemente del estado serológico previo, mediante inyección subcutánea preferiblemente en la parte superior del brazo.

Por otro lado, está contraindicada en las siguientes situaciones: hipersensibilidad a los principios activos o a alguno de los excipientes o hipersensibilidad a una dosis previa de Qdenga; personas con inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, incluidos los tratamientos inmunosupresores como la quimioterapia o altas dosis de corticoesteroides sistémicos en las 4 semanas previas a la vacunación, al igual que con otras vacunas atenuadas vivas; personas con infección sintomática por VIH o con infección asintomática por VIH cuando va acompañada de indicios de deterioro de la función inmunitaria; mujeres embarazadas o en período de lactancia.

Esta vacuna nos brinda una herramienta más para combatir al dengue. En los estudios de investigación mostró una eficacia del 90,4% para prevenir la hospitalización por dengue y del 85,9% contra el dengue hemorrágico, aunque varió según los serotipos. Debe considerarse para su indicación a niños mayores de 4 años de edad y adultos que habiten en áreas con riesgo de transmisión, con o sin infección previa, y viajeros a áreas endémicas teniendo en cuenta el destino, serotipos circulantes, estación del año, tiempo de estadía y características del viajero (mayor riesgo en aquellos que visitan familiares y amigos). Recordar que para completar el esquema de 2 dosis a fin de lograr una adecuada inmunización previa al viaje debemos consultar preferentemente 3 meses antes.

Es importante destacar que la vacuna sola no es suficiente. El problema es el mosquito, por lo que debemos continuar con el control y eliminación de criaderos, evitar sus picaduras y emplear métodos de aislamiento vectorial. Es una acción que está a nuestro alcance y todos podemos hacerlo.

Fuente: Télam