El aire viciado de los espacios cerrados

Un estudio demuestra que la mala calidad del aire interior está asociada a alteraciones sutiles de varias funciones cognitivas.

Hasta qué punto es sano el aire de nuestro lugar de trabajo?

Es una pregunta que nos hacemos muchos ahora para protegernos del COVID-19. Pero la calidad del aire en interiores es algo de lo que también deberíamos hablar mucho después de que termine la pandemia. Porque la calidad del aire de tu lugar de trabajo no sólo puede influir en el número de días de enfermedad que te tomás cada año, sino que incluso puede afectar el buen funcionamiento de tu cerebro en la oficina.

Un estudio nuevo demuestra que la mala calidad del aire interior está asociada a alteraciones sutiles de varias funciones cognitivas, como la capacidad de concentración y de procesamiento de la información.

Más de 300 trabajadores en seis países

Publicado en la revista especializada Environmental Research Letters, el estudio llevó a cabo un seguimiento de 302 trabajadores de oficina en edificios comerciales de seis países —Estados Unidos, Gran Bretaña, China, India, México y Tailandia— durante 12 meses.

Los científicos emplearon monitores para medir la ventilación y la calidad del aire interior de los edificios, incluidos niveles de partículas finas, que comprenden polvo y fragmentos de materia minúsculos procedentes del tabaco, los productos de limpieza y la contaminación del aire exterior que se filtra en la construcción.

El estudio revela que los oficinistas de los edificios con peor calidad de aire interior tienden a obtener peores resultados en las pruebas de ingenio. Foto: Bloomberg

El estudio revela que los oficinistas de los edificios con peor calidad de aire interior tienden a obtener peores resultados en las pruebas de ingenio. Foto: Bloomberg

Se les pidió a los trabajadores que utilizaran una aplicación para realizar tests cognitivos periódicos durante la jornada laboral. Los tests abarcaban problemas matemáticos sencillos, así como un complicado juego de colores y palabras llamado test de Stroop, en el que palabras como «azul» o «púrpura» se imprimen en tinta verde o roja.

(El test te pide que denomines el color de la tinta, pero nuestro cerebro quiere en su lugar leer la palabra. Podés probar el test de Stroop por tu cuenta, online, en www.faculty.washington.edu/chudler/words.html.)

El estudio revela que los oficinistas de los edificios con peor calidad de aire interior tienden a obtener peores resultados en las pruebas de ingenio. Aunque el efecto no fue radical, los resultados se suman a un conjunto creciente de evidencias que determinan que el aire que respiramos afecta a la salud del cerebro.

«Este estudio examinó cómo varios factores del ambiente interior ejercen un impacto inmediato en nuestra función y rendimiento cognitivos», señala Joseph Allen, director del programa Harvard Healthy Buildings y principal autor del trabajo. «Muestra que el aire que respirás en tu escritorio en determinado momento tiene un impacto en relación con lo bien que estés pensando.»

Tiempo atrás, el control de la calidad del aire en los edificios se centraba sobre todo en la eficiencia energética y el confort, sin tener en cuenta el control de las infecciones o la salud general de los trabajadores.

El aire que respirás en tu escritorio en determinado momento tiene un impacto en relación con lo bien que estés pensando. Foto: AFP

El aire que respirás en tu escritorio en determinado momento tiene un impacto en relación con lo bien que estés pensando. Foto: AFP

Pero la pandemia ha hecho que en muchos lugares de trabajo se fijen más en la calidad del aire interior. La noticia buena es que muchos de los cambios que se están realizando para prevenir la propagación del COVID-19 consisten en las mismas mejoras que hay que hacer para aumentar la calidad general del aire relacionada con la función cognitiva y la productividad de los trabajadores.

«Hay una apreciación reciente de lo mucho que influye el ambiente interior en nuestra salud», señala Allen. Lo de «los edificios saludables», aclara, no debe considerarse sólo «algo que hacemos durante el COVID o una crisis».

La nueva normalidad

Y añade: «Tiene que ser la nueva normalidad, no la excepción, de cara al futuro.» En general, la gente quiere saber si el edificio ha actualizado sus filtros de ventilación a un valor MERV 11 como mínimo, pero preferiblemente a un MERV 13, ambos indicadores de la eficacia de la filtración. También quiere saber si los administradores del edificio han tomado medidas para aumentar el aire exterior o si han agregado en el interior limpiadores de aire portátiles. Hay que desconfiar si alguien dice que el sistema de ventilación del edificio no se puede mejorar o que están utilizando una tecnología nueva, no probada.

Allen señala que incluso añadir un purificador de aire portátil con un filtro HEPA recogedor de partículas de alta eficiencia en el centro de la sala puede constituir una diferencia significativa en las oficinas con sistemas de ventilación menos eficientes.

La clave para elegir un purificador de aire es escoger el dispositivo adecuado para el tamaño del ambiente. Allen aconseja que, para un espacio de trabajo típico, se elija un purificador con una tasa de suministro de aire limpio, o CADR, de 300 por cada 46 metros cuadrados de superficie, lo que equivale a permitir cambiar el aire de la sala cada 15 minutos.

La clave, tener un purificador que permita cambiar el aire de la oficina cada 15 minutos. Foto: AP

La clave, tener un purificador que permita cambiar el aire de la oficina cada 15 minutos. Foto: AP

Coautor de un libro nuevo, «Healthy Buildings: How Indoor Spaces Drive Performance and Productivity « (Edificios saludables: cómo los espacios interiores impulsan el rendimiento y la productividad), Joseph Allen comenta que lo entusiasma ver que cada vez más empresas y particulares se toman más en serio la calidad del aire interior como resultado de la pandemia.

Hace poco vio un aviso de empleo en una gran empresa en cuya división inmobiliaria global pedían un «jefe de edificios saludables». «Esto habla de que las empresas serias están cambiando la forma de encarar sus edificios y no están pensando en eso como algo puntual durante el COVID», comenta el especialista.

Si bien algunos detalles técnicos relacionados con la calidad del aire pueden ser confusos, no te dejes intimidar. No hay que ser un experto en ventilación para determinar si las precauciones que toma tu empleador son adecuadas para mantener tu seguridad durante la pandemia y en el futuro.

«La presión proviene de los empleados, los padres de los chicos y chicas en la escuela, el personal docente; hay un nivel de conciencia y experiencia más elevado», afirma Allen.

«¿Cuánta gente hablaba de los filtros MERV 13 antes de la pandemia? Este hecho de comprender que nuestros espacios interiores han estado por debajo de las condiciones que debieron haber tenido no va a desaparecer. Creo que la gente está justamente frustrada y harta del asunto.»

Fuente: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/-aire-viciado-espacios-interiores-embota-cerebro-_0_R2zczA_HE.html