Algunas ven con mejores ojos que otras la medida que dictaminó el Gobierno. Deben ofrecer un plan que sea 25 por ciento más barato y cobrar aparte algunas prestaciones.

Este martes, luego de que la resolución 2/2023 de la Superintendencia de Servicios de Salud ratificara que todas las prepagas deberán ofrecer planes más baratos con copagos, y que los usuarios que los elijan estarán exentos de abonar adicionales por servicios relacionados con discapacidad, salud mental y enfermedades crónicas, los referentes de las principales compañías del sector cruzaron mensajes de distinto tenor: unos creen que la política de salud es improvisada y que falta una mesa de consenso. Otros creen lo mismo, pero empiezan a pensar que las medidas tienen una contracara «amable».

“Esta resolución es un chino”, dijo uno. “Es un mamarracho”, lanzó, enfurecido, otro. Pero una tercera voz (y con el transcurso del día se sumaron otras) se tomó unas horas para meditar cifras “con la gente de costos”, y finalmente matizó los efectos de la resolución: “En definitiva no cambiará demasiado la ecuación actual”.

Más tarde, pasó del titubeo a la certeza: “Las prepagas siempre prefieren los copagos porque desestimulan el uso evitable del sistema. El tema es que las gente nunca los prefiere. Quizás no sea una medida tan mala”.

Qué cambia para el usuario de prepagas

Para hacer un repaso del todo, en noviembre se dieron a conocer un decreto (el 743/2022) y una resolución (la 2577/2022) que esta semana quedaron ratificados, con detalles, en la flamante resolución 2/2023.

Ahí se estableció que las prepagas, entidades que ofrecen servicios de salud a 6 millones de usuarios (4 millones, por derivación de aportes; 2 millones, en forma particular), deberán amoldar toda su oferta de un modo “sensible” -podría decirse- a la desesperante realidad inflacionaria y de pérdida de poder adquisitivo actual.

Así, además de los históricos combos identificados con colores, números de tres cifras y otros ingeniosos nombres de fantasía, las compañías deberán ordenar sus cuotas mensuales según tres grandes grupos o bandas tarifarias.

Las tres bandas tarifarias

Por un lado habrá dos segmentos de precios que quedarán divididos por una grieta de aumento diferencial. Eso sí, siempre que la persona se ocupe (cada mes, lo que promete ser un trabajo pesado para unos y un desestímulo para otros) de certificar que sus ingresos son menores que seis salarios mínimos.

Además, las prepagas deberán dar una tercera posibilidad tarifaria, que en realidad corre en paralelo a las anteriores (ponga acá un asterisco). Se trata de la opción de elegir planes médicos con “copagos” (o coseguros) que deberán ser un 25% más económicos que sus versiones sin copago ni coseguro.

Este martes patalearon algunas fuentes que entendieron como perjudicial tener que incorporar planes más baratos, dado que no serían compensados con los copagos, justamente por lo que se decía arriba: y es que esos adicionales no aplicarán a los servicios “especialmente costosos; es decir, todo lo que tiene que ver con cronicidad, salud mental y discapacidad, que son condiciones que crecieron mucho en la pandemia”, explicó una fuente de una importante compañía de salud.

Agregó que “en términos macro, desde antes de la pandemia hasta ahora, la discapacidad pasó de ser un 5% del costo de la medicina prepaga, al 15%”.

“Y el gasto de medicamentos, por el alto costo que tienen, pasó del 18% al 30%”, sumó.

Sin embargo, otras fuentes empezaron a vislumbrar un efecto distinto. Las medidas no serían tan inconvenientes como les había parecido en un comienzo.

Déficit de prepagas y obras sociales

Los más críticos se expresaron en una línea que resumieron con claridad desde Galeno: “Los planes, al tener una reducción del 25% en su precio, no terminarán siendo compensados, en su estructura de costos, con los copagos que se pueden incluir en las prestaciones de primer y segundo nivel. Esto va ocasionar que los planes sean deficitarios”.

Lo del “primer y segundo nivel” es nada menos que la lista de prácticas y consultas médicas que, según publicó este martes la Superintendencia, podrán tener un costo extra para el paciente, por encima de la cuota que pagará todos los meses. Formalmente, un copago, lo que no aplicará para quienes tienen planes que no habilitan adicionales, desde ya.

Además de esas listas de prestaciones pasibles de copagos, hay prácticas que la Superintendencia expresamente enlistó como “exceptuadas”.

Son las relacionadas a “cronicidades y enfermedades como drogadicción, alcoholismo, discapacidad, obesidad, que deberían financiarse desde otros institutos, como se hace en general otros países”, aseguró una fuente de otra prepaga, que pidió no ser mencionada.

En este sentido, propuso, “hay que crear programas de financiamiento, generadores de protocolos para esas enfermedades, con financiamiento mixto, es decir con aporte también de las prepagas, y que tengan rectoría del Estado”.

Copagos: un tema cultural

Decíamos que, avanzado el día, hay quienes empezaron a ver con otros ojos las medidas adoptadas.

Desde una compañía que tiene unos 350.000 afiliados explicaron que son “insignificantes la cantidad de usuarios que hoy tienen planes con copagos. No superan el 4% a 5%”.

O sea que, si bien la única gran prepaga del país sin planes con coseguros es OSDE (su peso no es menor: tiene más de un tercio de los afiliados a prepagas del país), son muy pocos los pacientes que históricamente eligieron los planes con adicionales, por baratos que fueran.

En la entidad consultada dijeron que “es un tema cultural”. Que al argentino de clase media no le gustan los copagos.

Marcos Noble, gerente general de Medicus, explicó que desde hace años tienen planes con copagos, y justamente, “con esa brecha del 25% menos” respecto de los planes sin adicionales.

Y con firmeza, expresó: “Conceptualmente estamos a favor del copago porque limita el consumo sin control ni criterio, cosa muy común en los últimos tiempos”.

Si bien dijo que “la medida de los copagos es buena”, aclaró que “complica porque, como está planteada, va a haber un mismo plan con y sin copago, entonces el problema será la administración de tantas opciones (y no el copago en sí)”.

La sensación de ir al médico “gratis”

El rechazo al copago podría cambiar desde ahora, si el acogotamiento inflacionario conduce a muchos a un volantazo, siguiendo la zanahoria de la rebaja del 25% en la cuota mensual, condición que todas las prepagas del país deberán ofrecer, y con condiciones generales razonables, idénticas, se supone, a los planes «buenos» (sin copagos) que ya ofrecen.

Desde otra de las entidades consultadas agregaron que, además, “lo de las excepciones no sería una gran amenaza”.

“Tenemos más de diez mil personas con discapacidad y hoy no tienen una barrera de acceso al plan”, analizaron.

En otras palabras, opinaron que esos afiliados posiblemente no se bajen a un plan con copagos. Y si lo hacen, aunque pagarán proporcionalmente menos por los servicios “caros” que ya usaban, dejarán de usar con la misma frecuencia los servicios más básicos (de primera y segunda necesidad), desestimulados, justamente, por el gasto adicional que implicaría utilizarlos.

En la entidad consultada dejaron claro que, en materia de comportamiento del consumidor, no se les escapa nada: “Muchos pacientes hacen consultas evitables. A veces, guiados por los trucos de algunos médicos que los convocan seguido, como compensación por los bajos aranceles que perciben”.

“Eso de recetar de menos y decirle al paciente ‘terminá la caja y después venime a ver, así vemos cómo seguís’”.

Resta el asterisco mencionado arriba: si lo del 25% menos optando por los copagos y el formulario para que los aumentos mensuales sean más bajos, son opciones que chocan o son excluyentes en algún sentido.

Al cierre de estas líneas, en las prepagas no lo sabían. Y en la Superintendencia, no respondieron.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/copagos-prepagas-medida-provoca-grieta-companias-salud_0_b82XrDUOjq.html