Queso artesanal italiano conquista Sudáfrica
Zandam: la historia de una familia italiana que conquistó Sudáfrica con queso artesanal
El clan Delle Donne encontró en Sudáfrica un nuevo comienzo y, con recetas heredadas y dedicación, transformó el queso en un legado cultural que une dos tierras
LA NACION
Tras la Segunda Guerra Mundial, Italia quedó devastada en lo económico y lo social. Celestino Delle Donne -abuelo de Mauro, actual propietario y director de Zandam Italian Cheese- se vio obligado a mirar más allá de sus fronteras en busca de un futuro mejor para él y su familia.
Muchos de sus amigos y parientes habían sido capturados en el norte de África y enviados al Cabo, en Sudáfrica, como prisioneros de guerra. Al regresar a Italia, aquellos hombres volvieron con relatos de un país lejano, hermoso y lleno de oportunidades. Inspirado por esas historias, Celestino convenció a su familia de emigrar a Sudáfrica. En pocos años, las familias Delle Donne y Monaco -su hija Carmela y su esposo Salvatore- se establecieron en una pequeña granja en el corazón de los viñedos del Cabo, en una zona llamada Zandam. Ese nombre quedaría marcado para siempre en la historia familiar.
Aunque en sus comienzos fueron reconocidos por la cría de aves, los Delle Donne siempre elaboraron su propio queso, siguiendo las enseñanzas de Nonna Giovanna, esposa de Celestino, como era tradición entre los agricultores italianos.
Más tarde, Matteo -padre de Mauro- comenzó a repartir huevos frescos en Ciudad del Cabo a comunidades inmigrantes italianas, griegas y portuguesas. Rápidamente advirtió una gran demanda de queso auténtico. En un país donde nadie más producía quesos italianos artesanales, sus productos ofrecían un sabor genuino del hogar para quienes añoraban su tierra natal. La fama del queso creció y, hacia fines de los años 70, la familia decidió concentrarse exclusivamente en la quesería.
Zandam es, al mismo tiempo, una quesería orgullosamente sudafricana. El toque local vino de la mano de Ken Borcherds, amigo de la familia y pionero de la industria quesera en el país. Gracias a su guía, las recetas se adaptaron con maestría al paladar sudafricano.
Por Enrique Villegas
Fuente: La Nación