Pachamama en la isla Martín García

Por primera vez en más de 500 años, celebraron la Pachamama en la Isla Martín García. «Fue un lugar de cárcel y reclusión para los pueblos originarios de este lugar y los que trajeron desde el sur», señaló a Télam el director de Gestión Integral de Islas del Delta e Isla Martín García, Diego Simonetta. La jornada contó con la participación de gran parte del pueblo de la isla.

POR CARLOS CATRILEO, ENVIADO ESPECIAL

Foto Vctor Carreira

Integrantes de diversos pueblos originarios, junto a autoridades gubernamentales, afrodescendientes, estudiantes y pobladores de la Isla Martin García, realizaron la celebración de ofrendas de agradecimiento a la Pachamama por primera vez en 508 años de historia donde funcionó un campo de prisión y reclusión de indígenas durante las campañas militares del siglo XIX.

«Hoy estamos celebrando y festejando la Pachamama por primera vez en 508 años de historia en esta isla, que fue un lugar de cárcel y reclusión para los pueblos originarios de este lugar y los que trajeron desde el sur», señaló a Télam el director de Gestión Integral de Islas del Delta e Isla Martín García, Diego Simonetta.

El funcionario dijo sentirse «muy emocionado al aportar a la sanación de las almas de los pueblos originarios que sufrieron maltrato, esclavitud y se les quitaban las hijas e hijos a sus madres y padres».

La celebración de la Pachamama se realiza durante todo el mes de agosto y esta jornada formó parte del programa «Buenos Aires plurinacional celebra nuestra Pachamama», que impulsa el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires, presidido por Florencia Saintout.

Foto Vctor Carreira

En el caso de la Isla Martín García, la celebración ancestral de la Pachamama estuvo a cargo del Tayta Wari Rimachi y de Mamay Kantuta Killa. La jornada contó con la participación de gran parte del pueblo de la isla, que luego de las ofrendas disfrutaron del cierre musical a cargo de Milena Salamanca, «heredera de quechuas y una artista comprometida con el sentir de su pueblo», indicaron los organizadores.

María de las Nieves Piovani, jefa de Gabinete de ese organismo, indicó a Télam que «es muy importante esta celebración porque acá se produjo un genocidio sobre pueblos originarios».

«La actividad se desarrolló en el marco de la construcción, la reconstrucción y la resignificación de la identidad bonaerense y es, también, recoger como parte de nuestra historia, las prácticas, las significaciones y los sentidos que también los pueblos originarios han construido posibilitando la configuración identitaria de la provincia», agregó.

«En esta celebración también hay algo de reparación y de visibilización que tiene que ver con contar, mostrar y asumir la responsabilidad, pero también con la belleza que tiene formar parte de un pueblo plurinacional y pluricultural», remarcó.

Zulema Enriquez, de origen quechua, directora de Diversidad y Prácticas Identitarias del Instituto Cultural, dijo durante la apertura de la jornada: «Vamos a agradecer a nuestra madre tierra por todo lo que nos ha dado y vamos a ofrendarle todo lo que ustedes y lo que nosotros colectivamente y voluntariamente hemos traído para esta celebración que es una fiesta y que se hace de manera hermanada y comunitaria».

«Por nuestros ancestros y nuestras ancestras que están acá, por nuestra pluriculturalidad y fundamentalmente por celebrar la vida desde la amorosidad y la cosmovisión de nuestros pueblos andinos, y desde la construcción de entendernos una sociedad más igualitaria», resaltó.

Foto Vctor Carreira

También participaron el Director General de Pueblos Originarios del municipio de Quilmes, Julio Sosa; el Secretario ejecutivo del Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI), Nehuen Sosa, y el titular de la Dirección Provincial de Ordenamiento Ambiental del Territorio y Bienes Comunes, del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Terny, entre otros.

«Estamos muy felices porque la isla es parte de nuestro sistema de áreas protegidas de la provincia pero no es una parcela más, esta tiene esta particularidad de estar habitada, de haber sido habitada y de tener una historia a la que hay que seguir descubriéndola», expresó Terny.

Y añadió: «Este es un acto fundamental para poder reencontrarnos con esa historia que a veces no está tan accesible, así que este evento en particular también nos da la posibilidad de repensar estos sitios, de resignificarlos, de reencontrarnos en seguir construyendo una comunidad organizada , inclusiva y también con esta particularidad de visualizar lo que pudo haber pasado y lo que sigue pasando porque tenemos la presencia de hermanas y hermanos de los pueblos que están vivos, que siguen vivos y que nos traen hoy esta ceremonia por lo que lo único que queda es agradecer».

Tanto Simonetta como Piovani coincidieron en el deseo de «que se repita todos los años la sanación para la Isla Martín García y para los pueblos originarios», asumiendo el compromiso de seguir realizando estas celebraciones en los años venidero.

Foto Vctor Carreira

Sahúmos, alimentos y honras a los ancentros

La celebración ancestral de la Pachamama en la Isla Martín García estuvo a cargo del Tayta Wari Rimachi y de Mamay Kantuta Killa, integrantes del Consejo de amautas indígenas del tawantinsuyu y del Consejo de sanadores indígenas de Argentina.

Una vez que las personas presentes se reunieron una al lado de la otra hasta quedar todas a la par en una figura circular, según indicaciones de la pareja ceremoniante, Kantuta inició la celebración «agradeciendo de corazón a nuestros apus (espiritus, en quechua), nuestras wakas (antiguos enterramientos o lugares sagrados indígenas, en quechua), al Río de la Plata y a nuestros ancestros».

Rimachi saludó en quechua y explicó a todos los presentes que saludarían «a las cuatro direcciones levantando ambas manos y realizando dos sonidos de «pututu» (caracol marino grande), primero en dirección a la salida del sol, para luego girar en sentido contrario a las agujas del reloj».

Luego de saludar a las cuatro direcciones elevaron sus manos mirando hacia el cielo, para finalizar arrodillados apoyando la frente en el suelo para entrar en contacto con la Pachamama.

«Hemos llamado a nuestros ancestros, a quienes han caminado antes que nosotros por estas tierras, ellos han dejado aquí su hacer, su pensar y su energía; entonces hoy no solamente honramos a la Pachamama sino también a ellos», señaló Kantuta.

Antes de realizar las ofrendas de «agradecimiento por la salud, por la familia, los proyectos», la ceremonia incluyó una ronda de «sanación ancestral a través del sahumado».

Los ceremoniantes también fueron sahumadas con diversas hierbas aromáticas y medicinales para «atraer salud, abundancia y prosperidad». Tras ello, la pareja ceremoniante elevó hacía sus manos hacía el cielo sosteniendo hojas de coca y pidiendo «a nuestros apus a nuestras wakas y ancestros que nos acompañen y guíen para que nuestra madre tierra reciba estas ofrendas».

Luego, la personas fueron en pareja ofrendando a la Pachamama con frutas, legumbres, harinas, hierbas y bebidas diversas.

Durante la ceremonia flamearon wiphalas (emblema representativo de los pueblos andinos) y wenufoye (simbología mapuche), algunas plantadas en cañas al lado de la boca de la pachamama y otras sostenidas por las personas que participaron de la ceremonia.

Fuente: Télam