Reflexiones sobre el futuro y la nueva normalidad, el día después del coronavirus. No será un momento determinado, sino un tiempo, un itinerario en el que las puertas se irán abriendo paulatinamente. ¿Con qué espíritu y actitud debemos afrontar el período pos-COVID-19?

Por José Abadi

Según Abadi, "la expresión 'Quedáte en casa' ha transformado el esfuerzo y la tolerancia en una vivencia de encierro insoportable que se traduce en un anonimato identitario. En un vacío que genera una soledad vincular que remite a la angustia de la muerte". Foto: Fernando Calzada. Según Abadi, «la expresión ‘Quedáte en casa’ ha transformado el esfuerzo y la tolerancia en una vivencia de encierro insoportable que se traduce en un anonimato identitario. En un vacío que genera una soledad vincular que remite a la angustia de la muerte». Foto: Fernando Calzada.

Se suele hablar del “día después del coronavirus”; y me pregunto qué sentido le atribuye a esas palabras nuestra escucha. ¿Una reflexión, un anhelo, o un reclamo ansioso? Cuando se instaló la cuarentena, prácticamente, nadie dudó de su necesidad y de lo importante que era que el presidente no la demorara. Ya pasaron más de 100 días en esa condición, dado que exigencias médicas y sanitarias así lo indicaban e indican. Pero, más allá de su indispensabilidad, no solo es innegable su efecto nocivo en lo relativo a nuestra salud mental, sino que cada vez es más preocupante. Haré mención de esto más adelante.

En función de lo mencionado y de algunas otras razones, la afortunada expresión “Quedate en casa” ha transformado el esfuerzo y la tolerancia en una vivencia de encierro insoportable que se traduce en un anonimato identitario, en un vacío que genera una soledad vincular que remite, a nivel latente, a la angustia de muerte. La sensación de escepticismo frente a este “¿cuándo va a terminar?” se convierte en un “esto no termina nunca”. Esta situación es vivida como el apagamiento de planes y proyectos que son las actitudes que definen el futuro, y ese porvenir que genera confianza y, sobre todo, impulso vital. Por eso, pienso que el paternalismo protector del comienzo se empezó a disipar cuando empezaron a sucederse anuncios frustrantes uno tras otro.

Desnudar la falacia

“Alto poder de contagio y bajo índice de letalidad”, escuchamos esta afirmación innumerables veces, pero la escucha lo traduce de un modo distinto: es un virus para el que no tenemos cura, que invade masivamente y puede llevar a la muerte. Sabemos qué es lo importante y, en ese sentido, intentamos trabajarlo, sentir en todo caso un miedo útil que objetive lo mejor posible la dimensión del peligro, el rival a enfrentar. Así, desde un optimismo lúcido, podremos actuar de un modo eficaz. Pero, sobre todo, podremos impedir la presencia del pánico inútil, aquel que bloquea, disuelve y genera comportamientos que potencian la ansiedad.

Por José Abadi

Fuente: Infobae