1. Ser conscientes de que la memoria no es una cámara de video. Al contrario, la memoria es reconstructiva. Es susceptible de ser modificada y lo que recordamos puede ser distinto a la memoria original.

2. Dormir bien es clave tanto para aprender nueva información como para que esta persista a largo plazo. Todos los comportamientos/hábitos que favorezcan el buen dormir van a mejorar los procesos de memoria.

3. La información que aprende se favorece más del sueño cuando está cerca del momento del sueño. Pero también se puede aprender de día y luego repasar antes de ir a dormir para beneficiarse del sueño.

4. Prestar atención a las fuentes de información, además de la información misma. Esto puede colaborar con que no cometamos errores de monitoreo de fuente. Un ejemplo de este error podría ser que veamos algo en la televisión y luego creamos que eso que vimos nos sucedió a nosotros.

5. El estrés agudo ayuda a codificar mejor la información pero estar estresado al momento de la recuperación de esa información puede perjudicar ese recuerdo. Por otro lado, el estrés prolongado (o crónico) afecta todas las fases de la memoria.

6. Para retener una información específica se puede oler un aroma mientras aprendemos y luego aromatizar el cuarto con ese olor cuando dormimos. Este aroma funciona como una clave ligada a lo aprendido, favoreciendo la consolidación de la información durante más tiempo.

7. Fijar la atención en el tiempo presente permite discriminar mejor de dónde viene la información, esto podría disminuir el error de monitoreo de fuente.

8. Experimentar un evento novedoso una hora antes o una hora después del aprendizaje de una tarea facilita la consolidación de la información aprendida. También experimentar un evento novedoso treinta minutos antes de evocar mejora el proceso de recuperación de esta información.

FUENTE: Laboratorio de Sueño y Memoria

Fuente: Télam