ACV: “Tardan mucho en llamar a urgencias porque temen recibir la noticia”
El neurólogo Matías Alet y el emergentólogo Adolfo Savia, y las cuatro horas y media que pueden salvar vidas.
Según Adolfo Savia, médico emergentólogo y terapista intensivo, ante los posibles síntomas de un ACV “esta es la peor decisión que podemos tomar”. Y añade: “La gente teme recibir la noticia, y en realidad deberían estar ansiosos por recibir el tratamiento. Todavía no hemos sido capaces de transmitir que si vienen rápido, hay tratamiento”.
Es que el ACV es una patología tiempo-dependiente, y eso brinda una brecha que puede ser concebida como una ventana de oportunidad: cuatro horas y media, en las cuales si se administra el el tratamiento indicado según el caso, se incrementan enormemente las posibilidades de integrar el grupo con mejor pronóstico: se calcula que el 25% atraviesa este cuadro sin quedar con secuelas.
Matías Alet, neurólogo de la unidad de ACV del Hospital Ramos Mejía y miembro del staff de FLENI, coincide en que una de las principales trabas es la falta de reconocimiento de los síntomas: “Lo que se repite, permanentemente, es que la gente tarda mucho en llegar”.
Ambos analizaron el panorama actual del abordaje del ACV en la presentación ante algunos medios, entre los que estuvo Clarín, del Excellence Stroke Training Center (ESTC), un programa que brinda una capacitación intensiva a profesionales de Argentina y países de la región que se desempeñan en todos los niveles de atención.
Al programa -que fue lanzado a fines del año pasado por Boehringer Ingelheim en alianza con la Universidad Abierta Interamericana (UAI)- ya asistieron más de 400 emergentólogos, terapistas intensivos, neurólogos, imagenólogos, enfermeros y equipos prehospitalarios, entre otros miembros del equipo asistencial involucrados en el manejo oportuno del ACV.
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Claro que la necesidad de que se actúe rápido no sólo recae en el paciente que debe reconocer los síntomas. Pero es el primer eslabón de una cadena, cuyo engranaje debe funcionar correctamente para una atención rápida y eficiente.
“Acá se pone en juego lo que llamamos la ciencia de la implementación: todos saben lo que hay que hacer, pero hay una brecha enorme entre lo que dicen las guías clínicas y la implementación. Y en un centro de simulación se corta la brecha de implementación”, resume Alet.
El ACV: qué es
El accidente cerebrovascular ocurre cuando se ve afectada la circulación sanguínea cerebral. En la mayoría de los casos esto ocurre al bloquearse con coágulos o placas: alrededor del 85% de los casos de ACV son los denominados isquémicos. Pero, en entre el 10 y el 15% de los casos, la circulación se ve afectada porque se produce una hemorragia debido a la ruptura de un vaso del cerebro. En ese caso, se trata de un ACV hemorrágico.
Se calcula que en nuestro país se producen alrededor de 60 mil casos de ACV al año, y constituye una de las primeras causas de muerte y de discapacidad adquirida en la población adulta en Argentina y en el mundo.
¿Miedo o falta de información? Por qué cuesta reconocer síntomas
Además del miedo a recibir una mala noticia, ¿qué es lo que hace que la gente no consulte rápidamente? ¿Es porque las personas no saben que hay cuatro horas y media para poder actuar a tiempo? ¿O es que los síntomas pueden ser confusos, o no tan contundentes?
“Hay dos cuestiones -admite Savia, que es director Médico de la Clínica de Rehabilitación Otamendi y Coordinador del ESTC-. Una es netamente educativa, y en ese sentido, por ejemplo, los cardiólogos hicieron un gran trabajo: hoy día no es un escenario frecuente que a alguien que le duele el pecho se quede en su casa. Con el ACV esto mejora, pero de manera muy lenta. No hemos sido capaces de transmitirle a la comunidad el sentido de urgencia, que de perder la fuerza, tener dificultad en el habla, trastorno visual, del equilibrio, la peor cefalea de su vida, hay que llamar a emergencias”.
“La gente debe saber lo siguiente: esto es grave, pero hay tratamientos efectivos con una ventana temporal más o menos alta; no dejen de venir, que se puede hacer algo”, señala.
Savia se sorprende, en este sentido, al observar que en personas con un alto nivel de formación e información, se naturalice que la consecuencia de un ACV sea algún grado de discapacidad. “Si a un familiar de alguien con cuadro de ACV uno le dice ´mire va a quedar discapacitado y mudo´ y te dicen ´y, si, era muy viejito, era muy diabético, era muy hipertenso”, grafica.
Adolfo Savia (izq) y Matías Alet (der) analizaron las trabas del actual abordaje del ACV en el país. Foto gentileza ESTC.
Y suma: «tenemos que llevarle otro mensaje a la gente, porque hoy podemos decir que tenemos tratamientos efectivos, sea un ACV isquémico, donde tenemos trombolíticos y trombectomía, o sea un ACV hemorrágico, donde tenemos mucho manejo neurocrítico, reversión de anticoagulación, tratamiento quirúrgico… tenemos un montón de cosas para hacer, pero hay que actuar con velocidad”.
Un abordaje multidisciplinario
Los expertos coinciden en que la fase prehospitalaria es de las más críticas: entran en juego múltiples factores que se vinculan con la demora en la atención, como la coordinación entre los diferentes actores, comenzando por quien recibe el llamado, que debe contar con información para realizar una sospecha diagnóstica y activar el código ACV, que preve la implementación de medidas iniciales.
Al tratarse de un abordaje multidisciplinario y de atención “espiralizada” (con centros base, escenciales y avanzados, con unidades de ACV) de un trastorno tiempo-dependiente, son varios los factores que pueden incidir en la demora: desde que la ambulancia tarde mucho (por el tráfico o por estar en una zona de difícil acceso), pasando por una posible pérdida de tiempo en traslados de centros que no está preparados a aquellos que sí lo están, llegando a que esté aceitado el engranaje en el centro de atención, que debe tener despejado el tomógrafo y preparados los recursos materiales y humanos para actuar con rapidez.
Desde hace poco, la Ciudad de Buenos Aires tiene un nuevo protocolo de atención de ACV, “como ya hay en Mendoza, Córdoba, Neuquén, Salta”, cuenta Alet. El protocolo al que alude detalla que además de los centros que tienen unidad de ACV (Ramos Mejía y Pirovano), se sumaron cuatro hospitales “que cuentan con equipos especializados en guardia para la identificación, evaluación y tratamiento rápido del ACV, con posibilidad de realizar trombólisis, y en el caso de Ramos Mejía y Argerich, también trombectomía”.
«Atender el ACV no es opatitvo, habrá centros de baja complejidad que no tienen tomógrafo, que están en la base de la pirámide, pero si son parte del protocolo de ACV reconocen los síntomas y tienen una mecánica de derivación muy aceitada para que el paciente no pierda su ventana de tratamiento esperando una ambulancia para ser derivado», relata Savia.
Y continúa: «El paciente va a necesitar la tomografía para hacer el diagnóstico de la enfermedad y, eventualmente, si se sospecha que es un ACV isquémico, es decir que tiene la arteria tapada, administrar el trombolítico, para luego pasar a una internación en una unidad de ACV y complementar, en caso de que sea necesario, con otros tratamientos como podría ser la trombectomía mecánica».
En definitiva, por el momento hay consenso en que el paciente debe llegar lo antes posible a un centro que pueda administrarle un trombolíticos, y el resto de los tratamientos son una instancia posterior. «Esto es fruto de una larga discusión y puede cambiar», advierte Savia.
En el flamante Excellence Stroke Training Center se realiza una simulación con actores especializados. Foto gentileza ESTC.
Síntomas que ameritan atención urgente
En caso de que usted u otra persona tenga los siguientes síntomas, no dude en llamar al 107 (para emergencias médicas en CIudad de Buenos Aires y algunas localidades de la provincia de Buenos Aires) o al 911 (ambulancia de Emergencias):
- Parálisis facial de un lado del rostro
- Debilidad en una pierna o brazo
- Imposibilidad de hablar o entender lo que se le dice
Además, pueden ocurrir:
- Repentino, súbito e intenso dolor de cabeza
- Visión borrosa de un ojo o de ambos
- Pérdida de equilibrio.
Factores de riesgo y pautas de prevención
Por último, la mayoría de los ACV están vinculados a factores de riesgo que se encuentran en preocupante ascenso pero que pueden modificarse, y reducir así las chances de sufrirlo: la hipertensión arterial, el tabaquismo, el colesterol elevado, la diabetes, arritmias como la fibrilación auricular, el exceso de peso asociado a la mala alimentación y el sedentarismo, la apnea del sueño y el consumo de drogas.
Por eso, recomiendan incorporar o mantener los siguientes hábitos saludables:
- Conocer y controlar la presión arterial.
- En caso de fumar, dejar el cigarrillo.
- Conocer y controlar los niveles de colesterol.
- En caso de diabetes, seguir las recomendaciones médicas para controlar la glucemia.
- Si se bebe alcohol, hacerlo con moderación. Si no se bebe, no empezar a hacerlo.
- Hacer ejercicio físico en forma regular.
- Mantener una dieta baja en sal, grasas y azúcar.
- Cumplir con el tratamiento indicado en caso de fibrilación auricular.
- Controlar trastornos circulatorios que incrementen el riesgo de sufrir un ACV.