El Centro de Investigaciones de Enfermedades No Trasmisibles (CIENTA), invitó a trabajar para tener una “Argentina libre de humo de tabaco en el año 20402, lo que implica que menos del 5% de la población sea fumadora.

Esta iniciativa, que ya fue propuesta en otros países como Inglaterra, Nueva Zelanda, Islandia y Taiwán, promueve el fortalecimiento de las legislaciones de control del tabaco y ambientes libres de humo, acompañadas de una estrategia de reducción de daños por tabaquismo.

Pese a que en nuestro país el consumo de tabaco ha disminuido progresivamente en los últimos 15 años, desde 29,7% de la población en 2005 a 22,2% en 2019, a criterio de los especialistas todavía es mucho lo que falta por hacer para proteger a la población de los riesgos del tabaquismo.

“Así como oportunamente tuvieron una importante adhesión las políticas públicas implementadas con el objetivo de disminuir el tabaquismo (espacios libres de humo, aumento de impuesto a los cigarrillos, prohibición de publicidades y campañas de concientización a la población, entre otras), enmarcadas en la Ley de Control de Tabaco de la Ciudad de Buenos Aires (Nº 1.799) y la Ley Nacional de Control de Tabaco (Nº 26.687), hoy hacen falta nuevas medidas y no estamos viendo que estén en la agenda de los funcionarios. De hecho, Argentina ni siquiera ratificó el Convenio Marco para el Control de Tabaco del año 2005, cosa que sí hicieron otros 168 países”, afirmó la doctora Marta Angueira, médica cardióloga especializada en Cesación Tabáquica y Presidenta de CIENTA.

En este sentido, surge la necesidad de avanzar en lo que se conoce como “reducción del daño del tabaquismo”, una estrategia de salud pública respetada para controlar las consecuencias de los comportamientos adictivos que plantean riesgo grande para la salud.  Según indicó un comunicado de CIENTA, “la introducción de productos alternativos al cigarrillo a combustión (el tradicional), como por ejemplo el cigarrillo electrónico o los sustitutos farmacológicos, ha demostrado ser una buena estrategia para aquellas personas que no pueden dejar de fumar, o quieren disminuir su consumo”.

“Aún, siempre destacamos que el mejor cigarrillo es el que no se fuma, y lograr la cesación para aquel que lo hace. Debemos considerar que estamos ante un fenómeno complejo: hay personas que no pudieron dejar de fumar después de varios intentos, o que al estar en reclusión en cárceles o instituciones psiquiátricas no quieren intentarlo porque lo ven como su único placer. También hay que tener en cuenta que pocos fumadores llegan a consultorios de cesación y hay una baja tasa de abstinencia al año”, indicó Angueira.

En Argentina, si bien el tabaquismo ha descendido en línea con una tendencia global, el resto de las enfermedades crónicas no transmisibles siguen en aumento, como la obesidad, la hipertensión y la diabetes. Todas estas por separado conforman a su vez factores de riesgo para desarrollar enfermedad cardiovascular, y la combinación con el tabaquismo genera un incremento exponencial del riesgo, incluso en la aparición de numerosos tipos de cánceres.

“Debemos bregar por políticas integrales dirigidas a toda la población que contribuyan a disminuir el tabaquismo a su mínima expresión. Lograr una Argentina libre de humo para 2040 no puede ser una iniciativa aislada, sino que debe estar en línea con un plan integral para contribuir a mejorar la salud de la población. Hoy, la Covid-19 ocupa el centro de la escena y se están tomando muchos recaudos para evitar el contagio y las muertes evitables. Pero, ¿qué estamos haciendo como sociedad para prevenir a largo plazo el tabaquismo, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares? Es importante prestarles atención a estas condiciones, que representan una enorme carga a nivel individual y para el sistema de salud”, agregó la licenciada Florencia Morales, del equipo de Sociología de CIENTA.

Fuente: Doc Salud/Ambito Financiero